miércoles, 30 de noviembre de 2016

Cuida a las personas que hacen bonito tu mundo


Las personas que hacen bonito son quienes te reconfortan, te sacan sonrisas, te sosiegan y te mantienen fuerte ante la vida. Con ellas las personas que hacen bonito tu mundo las relaciones son sólidas, consistentes y leales.

La persona que hace bonito tu mundo es la sincera, la que aprieta la mano y cuando mira a los ojos llega hasta el corazón. Su sola presencia emociona, porque respetan, porque no juzgan y porque siempre dan la cara. Por eso son las personas que hacen lindo nuestro mundo.

Hay personas que nos encantan. No por nada en concreto, sino porque nos ofrecen confianza y placidez. Son relaciones que se cultivan en los pequeños detalles, sinceras y verdaderas. Son aquellas que se pueden alimentar con miradas de complicidad y pequeños gestos, pues cada detalle se convierte en una gran obra.

Estos sentimientos suelen ser recíprocos y hay ciertas reglas no escritas que prevalecen entre ellos. Sin embargo, muchas veces se nos olvida que los “te quiero” también hay que pronunciarlos y que la gratitud es el mejor alimento para el alma.

Así es que con frecuencia descuidamos algo tan importante y vital como es la demostración del afecto y la atención a las necesidades afectivas de nuestras parejas en este baile de la vida. Por eso, las personas que hacen bonito tu mundo también se merecen que hagamos bonito el suyo.

Lo que se descuida, se pierde
Se dice que el amor dura tanto como lo cuidemos y lo cuidamos tanto como lo queremos. Así, si bien somos humanos y a veces cometemos errores que pueden llevar a equívocos en relación de nuestro afecto, lo cierto es que no podemos permitirnos dejar escapar a las personas valiosas.

Tristemente es común que ignoremos a personas importantes por pura desidia, por falta de tiempo o por cierto desinterés teñido de egoísmo. Solemos cometer el error de no dedicar el tiempo necesario a “demostrar” a esas personas lo importantes que son.

¿Cómo cuidar las relaciones?
Así, también es probable que en algún momento hayamos sentido que alguien nos deja de lado y nos hayamos vuelto locos intentando comprender qué ocurría. Este sufrimiento es innecesario y podemos evitarlo de muchas formas:

- Generalmente basta con unas palabras que hagan comprender que la ausencia o la distancia no significan jamás el olvido y que a pesar del “abandono temporal”, la presencia permanece.

- Aún así, demostrar a alguien que nos importa es algo que lleva tiempo y que hay que construir poniendo especial cuidado en que la relación sea saludable y que esté alejada de dependencias y excesos emocionales.

- Cada ladrillo debe estar elaborado con la más absoluta sinceridad; esto es sin egoísmos ni segundas intenciones. Así, tenemos que tener en cuenta de que no debemos crear necesidades, ni siquiera la de la compañía.

- Esto se logra a través de la comunicación y la expresión sincera tanto de nuestros pensamientos como de nuestros sentimientos. Como es natural debemos hacerlo siempre planteando que somos nosotros quienes nos sentimos así, no la persona que tenemos delante la culpable del malestar o, incluso, del bienestar.

- Las relaciones necesitan del tiempo y de las experiencias para nutrirse, sustentarse y crecer. Si dejamos de dedicar tiempo, mostraremos falta de interés y, como consecuencia, alejaremos a aquellas personas imprescindibles.

No podemos dejar escapar a aquellas personas que hacen bonito nuestro mundo. Con ellas podemos ser nosotros en toda nuestra esencia y con total libertad, lo cual es algo tan magnífico como inusual. Por eso, cuida y enriquece tus relaciones, y hazlo siempre desde la más absoluta sinceridad.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Tengo prisa y voy con niños


Mi hija sale del cole a las 5. A las 5 y cuarto empieza su clase de inglés. Sé que parece un poco justo, pero esa es la hora de inicio y no depende de mí. En principio son solo 200 metros o ni eso. 
Así que tenemos menos de 15 minutos para “Hola qué tal”, merendar y llegar a inglés. Esto hace que me encuentre con situaciones como la de hoy, que “me he visto”alternando “¡Cómete él yogur!” con “¡¿Te puedes dar prisa?!”. Y luego me he sentido fatal…

Quienes tenemos hijos, sabemos lo que es ir “a la carrera”. Sabemos lo que es ir con prisa, y lo complicado que puede llegar a ser presentarse a la hora. Ser puntual. A veces parece que vamos con tiempo, y en el último momento surge la necesidad de ir al baño, de cambiarse de ropa porque se ha mojado mientras se lavaba los dientes, o de “negociar” qué juguete va a llevar. Otras veces, vamos justos de tiempo… porque sí.

Tenemos que tener en cuenta que los adultos tenemos la capacidad de meter “el turbo” y reducir los tiempos. Podemos desayunar en 20 minutos pero también en 10. Podemos ducharnos en 10 minutos y también en 5. Podemos vestirnos en 17 pero también en 7. Todo depende de la prisa que tengamos.

Los niños no nacen con esa capacidad. Aún tienen esa parte de inocencia que deben conservar, que les hace disfrutar cada momento, entretenerse con cada cosa y necesitar “5 minutos” extra para peinarse y mirarse al espejo buscando paz.“5 minutos” extra… para ser niños.

¿Se puede cuidar el bienestar emocional con prisa?
“Las prisas” pueden dejarse “crecer sin control” y derivar en situaciones poco recomendables para el bienestar emocional de los niños. Todas ellas pasan por actuar como si hubiera un peligro inminente, por estresarnos y estresar, por presionar y por dañar con mensajes, con gritos o con malas caras.

Desarrollar la capacidad de detectar que tenemos prisa, es el primer paso para saber que es posible gestionarla de forma adecuada.

¿Cómo gestionar la prisa?

1.- Anticipate 
Calcula un tiempo prudencial de margen, que te permitirá gestionar de forma tranquila los imprevistos.

2.- Transmite 
Habla con tu hijo de la importancia de llegar a los sitios a la hora. Muéstrale que la puntualidad se valora. Hazle partícipe y responsable de sus rutinas y actividades diarias para que se implique en ellas.

3.-Valora 
Identifica el motivo de la prisa y diferencia el grado de urgencia para poder dar una respuesta acorde a la situación.

4.- Pon música
Elige canciones acordes que acompañen a la velocidad que necesitas. Puedes favorecer la velocidad cantando y bailando una de esas canciones que cada vez van más deprisa. Seguro que así llegáis antes.

5.- Juega a hacer carreras 
Abusar de hacer juegos de carreras puede favorecer una competitividad excesiva, pero cuando hay prisa, es un recurso aceptable. También puedes jugar a pillar  mientras vais andando.

6.- Felicítale por el esfuerzo 
Dale las gracias por entenderte y ayudarte.

7.-Dale afecto 
El cariño no debe faltar nunca, y en situaciones tensas aún menos. No te olvides de abrazarle y decirle que le quieres.

8.- Activa tu propio semáforo
Respirar, pensar y actuar siendo congruente con el color, nos facilitará el cuidado del bienestar emocional del niño.
Rojo
Piensa en color rojo cuando se trate de un riesgo vital como acudir al hospital por un problema serio. Son momentos en los que no siempre podemos pensar con claridad y hay que “escuchar” el impulso de supervivencia.
Este impulso tiende a “salir” en la mayoría de las situaciones de prisa y nos dificulta actuar cuidando. Tenerlo en cuenta, nos permitirá identificar de forma correcta la gravedad y medir la intensidad de nuestra respuesta.
Naranja
Reserva el color naranja para momentos en los que darse prisa, puede marcar la diferencia entre llegar puntual o llegar tarde. Recuerda que los niños necesitan años para aprender los ritmos adultos y desarrollar la capacidad de hacer las cosas sin “ralentí”.
Ayudarles a no entretenerse cuando se tiene prisa, es la mejor forma de “ganar tiempo”. Sustituye los gritos y las descalificaciones por darle la mano y decirle “Cariño, ayúdame a hacerlo todo muy rápido para que lleguemos a la hora. Es importante”. Recuérdaselo las veces que consideres necesario y no te olvides de tocarle cuando lo hagas. Le hará conectar contigo, con tu preocupación, con tu necesidad.
Verde
El color verde indica que llegamos tan tarde, que es preferible parar, y tardar 5 minutos más pero vivir en armonía. Un momento “verde”, podría ser habernos despertado una hora tarde porque no ha sonado el despertador.

La mayoría de las prisas, pueden situarse en color naranja. Tener en cuenta que nos pueden provocar rabia pero que no implican riesgo vital, puede posibilitarnos valorar opciones:
– ¿Es preferible que se coma el yogur subiendo la cuesta al compás de algún grito?
– ¿Es mejor que meriende a la salida de inglés?
– ¿Será conveniente hablar con la profesora y decirle que llegará 5 minutos tarde para que pueda subir la cuesta merendando tranquila y que entre a clase receptiva porque se le ha cuidado?
– ¿Y si merienda lo que le da tiempo hasta la hora de empezar la actividad? a su ritmo, lo puede hacer mientras le dé tiempo antes de que empiece la clase.
Anticípate a las situaciones, y crea tu propio “protocolo”. Poner en orden tus prioridades te servirá de ayuda para contener el impulso y te dará ventaja para reflexionar de qué forma cuidas más el bienestar emocional de tu hijo.

"Cuidar desde el respeto y el cariño siempre es importante"

miércoles, 23 de noviembre de 2016

No llores. Sé un niño fuerte



Hoy en el parque había un niño aprendiendo a andar en bici. Lo estaba intentando con todas sus ganas, pero en uno de los intentos, se ha dado un golpe. Aparentemente no se había hecho daño, pero el niño lloraba desconsoladamente. Podría ser un lloro por impotencia, por rabia, por el susto, por el disgusto, por dolor, por vergüenza… muchísimas cosas.

Esperaba haber visto un padre preocupado, angustiado o sobrecogido al ver llorar a su hijo. Esperaba haber visto a un padre abrazando a su hijo y diciéndole “no te preocupes”. Pero no. Ese padre le decía: “no llores, sé fuerte… no ha sido nada… por eso no se llora“. Y su tono no ayudaba.

¿Que pasa con el llanto?
Dejamos reír, pero no siempre dejamos llorar. Y eso confunde a los niños. Por eso hay quien siendo adulto… no sabe llorar. No sabe porque no se le ha permitido.
Cuando escuchamos llorar a un niño, se nos activan las “alarmas”. Nuestro propio estado emocional se altera y puede pasar por la pena, la empatía, la rabia, la impaciencia… No todos sentimos de la misma forma ante el llanto de un niño. Hay quien respeta que llore, pero tendemos a consolar e intentar que sus lágrimas terminen cuanto antes.

¿Es bueno para su bienestar emocional?
Si el niño deja de llorar por imposición, por presión, por amenazas, porque escucha “no se llora”, “eres un miedica”… estará recibiendo el mensaje de que no debe compartir sus emociones. Estará interpretando que sus emociones no se respetan, que molestan y que debe esconderlas porque no son bien recibidas. Este tipo de actuaciones, favorecen que el niño se sienta emocionalmente contenido e introvertido y que no pueda desarrollar todas las capacidades de su inteligencia emocional.
Hay una forma sana de reducir el llanto del niño que pasa por entenderle, por empatizar con él, y por recogerle. Esta atención llena de cariño, posibilitará que deje de llorar porque ya no necesita hacerlo, y por tanto, será positivo para su bienestar emocional.

No llores, sé fuerte 
Hace años no se conocía la importancia de la educación emocional y lo que puede condicionar la felicidad. En esos años nacieron expresiones como “no llores, se fuerte” que actualmente deberían haber desaparecido si queremos nutrir la inteligencia emocional de los niños.
Una persona emocionalmente fuerte e inteligente reconocerá sus emociones y las aceptará. Se atreverá a reír, y también a llorar. Se atreverá a enfadarse, a disgustarse, a equivocarse. Se atreverá a sentir, a emocionarse sin sentir vergüenza, sin sentir pudor, entendiendo que cada emoción… importa.

¿Cómo le hago fuerte? ¿Cómo le hago emocionalmente inteligente?
Entiéndele, acéptale, quiérele, transmítele lo que vale, déjale emocionarse, invítale a que hable de sus emociones, enséñale a reconocerlas, a entenderlas, a elaborarlas. Si se siente triste, arrópale, pero si necesita llorar para expresar tristeza o alegría, deja que lo haga. Enséñale que llorar es humano y que no es más fuerte quien menos llora, si no que quien es emocionalmente fuerte se atreve a llorar, a reír y a sentir.
Muéstrale que llorar no es “cosa de niños”, si no de seres humanos. Si tienes ganas de llorar, hazlo, no te escondas. No le prives a tu hijo de ver que sus padres también puede llorar lágrimas, que sus padres también tienen emociones. Enséñale a reconocer las expresiones emocionales de los demás. Le hará fuerte.

Emocionarse es humano y es sano. No bloquees tus emociones por no saber gestionarlas
(Fuente: Izaskun Valencia)

jueves, 17 de noviembre de 2016

Los tres secretos de la abundancia

1.-Reconoce tu verdadera naturaleza abundante.

El secreto para empezar a darte cuenta de tu naturaleza abundante es abrir tu corazón, y aceptar plenamente la abundancia que ya ha bendecido tu vida. Retira cualquier blindaje alrededor de tu corazón e imagina que le prendes fuego. Entonces, respira profundamente y abre tus brazos al máximo, invitando a este abundante universo a entrar dentro de tu corazón. Con cada respiración, imagina que TODO el Universo se está derramando dentro de tu corazón: todas las estrellas, los planetas, la Tierra y todos sus habitantes. Siente como tu vida es realmente abundante.

2. Celebra con gratitud toda la abundancia que ya te rodea.

Hay una gran cantidad de personas en el planeta que están creando cosas para nosotros, cultivan alimentos, trabajan para llevarte el agua que necesitas para beber. Deja entrar toda esta abundancia de alegría, placer, oportunidades, y risa en tu corazón. Siente esta abundancia dentro de tu ser. Ya has sido y siempre serás bendecido por la abundancia del Universo. Puedes tener la puerta cerrada dentro de tu corazón, impidiendo que la abundancia entre, debido a pensamientos de escasez que hayas adquirido en tu vida. Conscientemente abre esa puerta ahora, y proclama la verdad al Universo diciendo: Yo soy un ser verdaderamente abundante. Grita este mensaje una y otra vez hasta que sientas que ha penetrado profundamente en tu alma.

3. Se un canal de abundancia para los demás.

Una de las mejores maneras de activar el flujo de la abundancia dentro de ti, es la práctica de dar a los demás, con el conocimiento de que eres un ser infinitamente abundante. Dado que la abundancia es una corriente de energía positiva infinita, cuanto más abierto te encuentres, mas sentirás esta energía, y cuanto más los compartas con los demás, más sentirás esta abundancia natural dentro de ti. Puedes empezar por repartir amor a aquellos que lo necesiten, compartir ideas, enviar mensajes inspiradores, regalar un poema o una tarjeta, sólo por la alegría de dar, empezarás a sentir esa energía de abundancia y amor. Imagínate un mundo, donde solo existe la abundancia infinita de amor, dinero, energía y la alegría de compartir libremente. La escasez, la codicia y el temor se acabarían, cuando todos compartimos libremente desde un estado de abundancia ilimitada. Sería imposible que hubiera otra guerra. Te invitamos a realizar un acto de bondad a personas al azar, si no puedes hacerlo por ellos, hazlo por ti mismo, de modo que puedas sentirte más abundante. Existen infinitas maneras de compartir y activar dentro de ti el sentimiento de la abundancia infinita. Solo déjate llevar por tu corazón, aprovecha cada contacto que tengas con los demás y empieza a manifestar la abundancia infinita de tu ser.
(Fuente: Prosperidad Universal)

martes, 15 de noviembre de 2016

El regalo más preciado, dedicar tu tiempo a alguien



Es importante que valoremos el hecho de que los demás nos regalen su tiempo, pues nos están dando algo que nunca recuperarán. Con este acto nos están diciendo que nos quieren, que nos valoran y que disfrutan de nuestra compañía.

No obstante, es cierto que debemos entender la diferencia entre alguien que nos dedica su tiempo libre y alguien que crea tiempo libre para estar con nosotros. No tienen el mismo valor aunque ambas situaciones son hechos que conmueven y que debemos agradecer.

Es realmente fabuloso que, cuando alguien está muy agobiado con su día a día, eche el freno a sus obligaciones por pasar tiempo con nosotros o saber algo de nuestra vida. Son momentos que vale la pena atesorar porque se comparten con personas que nos brindan su afecto y sus ganas de hablar el idioma del acompañamiento afectivo.

¿Cuánto vale una hora de tu tiempo?

La noche había caído ya,sin embargo, el pequeño niño hacía grandes esfuerzos por permanecer despierto. El motivo bien valía la pena; estaba esperando a su papá. Los traviesos ojos iban cayendo pesadamente cuando se abrió la puerta.

Hijo: “Papá, ¿puedo hacerte una pregunta?”
Padre: “Sí, claro, ¿qué es?”
Hijo: “Papá, ¿cuánto dinero ganas en una hora?” —dijo con ojos muy abiertos.
Su padre entre molesto y cansado, fue muy tajante en su respuesta.
Padre: “Eso no es asunto tuyo, ¿por qué me preguntas tal cosa?”
Hijo: “Sólo quiero saber, por favor dime, ¿cuánto ganas por una hora?”
Padre: “100€ por hora”, contestó contrariado.
Hijo: “Oh” —El niño con tristeza agacha la cabeza hacia abajo… “Papá, ¿puedo pedir prestado 50€?”

El padre se puso furioso: “Si la única razón por la que quieres saber lo que gano es para pedir prestado dinero para comprarte algún juguete tonto, entonces quédate en tu habitación, no salgas y piensa por qué estás siendo tan egoísta. Yo trabajo duro todos los días, como para lidiar con este comportamiento tan infantil”.
El niño en silencio cerró la puerta de su habitación. El hombre se sentó y comenzó incluso a ponerse más enojado acerca de la pregunta del pequeño. ¿Cómo se atreve a hacer tales preguntas solo para obtener algo de dinero?
Después de una hora o algo así, el hombre se calmó y comenzó a pensar: Tal vez había algo que realmente necesitaba comprar con esos 50€, después de todo, el niño no pedía dinero muy a menudo. Así pues, se acercó a la puerta de la habitación del niño y abrió la puerta.

Padre: “¿Estás dormido, hijo?”
Hijo: “No papá, estoy despierto”.
Padre: “He estado pensando, tal vez yo fui demasiado duro contigo. Ha sido un día largo y descargué mi frustración en ti. Aquí tienes los 50€ que me pediste…”- el niño se irguió, sonriendo.
Hijo: “Oh, ¡gracias papá!” -susurró el niño mientras metía su manita debajo de la almohada y sacaba varias monedas.
Entonces, se levanta y agarra debajo de la almohada unas monedas y unos billetes arrugados. El hombre vio que el muchacho ya tenía dinero, empezó a enfadarse de nuevo. El niño contó despacio su dinero y luego miró a su padre.
Padre: “¿Por qué quieres más dinero si ya tiene bastante?”
Hijo: “Porque yo no tenía suficiente, pero ahora sí.” –Contestó entusiasmado.
“Papá, ahora tengo 100€. ¿Puedo comprar una hora de tu tiempo? Por favor, mañana ven a casa temprano, me gustaría cenar contigo.”

El padre se sintió acongojado. Puso sus brazos alrededor de su pequeño hijo y le suplicó  su perdón.
El mejor regalo emocional: la inversión de nuestro tiempo.
No podemos olvidar que nuestra mejor inversión siempre será el tiempo que dediquemos a nuestra familia y nuestros amigos. Tristemente solo nos damos cuenta de esto cuando es demasiado tarde y ya hemos perdido la posibilidad de otorgar este valor a las personas que nos rodean.

Si mañana morimos, al poco tiempo habrá alguien que nos reemplace en nuestro puesto. Sin embargo la familia y los amigos que dejamos atrás no verán poblado ese vacío emocional que nuestra desaparición creará. Por ello, está claro que no hay tiempo más valioso que el que pasamos con los nuestros.

Quédate con quien te valore, con quien te abrace sin mentirte y te sienta sin tocarte. Dedícale tiempo a la gente que lo merece y que te hace sentir bien. No te olvides de dejar a un lado el estrés y las obligaciones y cuida de todos ellos como si no hubiese mañana.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

El lenguaje no verbal de los adolescentes


Los adolescentes tienen un lenguaje no verbal propio
En ocasiones difícil de descifrar para los adultos. Teresa Baró nos ayuda a entenderlos acercándonos a sus características.
En la etapa de la pubertad, en la que el cuerpo cambia tanto, una de las características es que ellos mismos no conocen su cuerpo. A veces incluso tropiezan, no saben qué hacer con los brazos, con las manos,… el cuerpo ha cambiado y necesitan adaptarse.
Les caracteriza una cierta languidez.
Arrastran los pies, caminan con el pecho hundido, la cabeza gacha, las manos en los bolsillos,… parece que están cansados de todo.
También lo manifiestan en la forma de hablar. A veces no se les entiende, no vocalizan, hablan bajo, además refunfuñando. En general es como si todo les costase mucho.
Eso es lo que parece. En cambio después hay cambios de humor que también nos dicen que pueden estar muy contentos y muy excitados en un momento determinado.
¿Es quizás una manera de expresar su rebeldía?
En parte sí. Ellos están buscando sus nuevos modelos.
Durante la infancia sus modelos han sido sus padres, o personas del entorno familiar. Incluso han sido sus ídolos.
Pero cuando entran en la etapa de la adolescencia están buscando otros referentes. Están buscando sus señas de identidad, sus propios criterios. Necesitan rebelarse contra los modelos que han tenido hasta ahora.
Buscan fuera, y en otros referentes, la forma de comportarse, de moverse e incluso de vestirse.
¿Cómo se comportan? 
¿Saben diferenciar lo público de lo privado? ¿Lo formal de lo informal?
Si han recibido una educación correcta, saben diferenciar perfectamente el comportamiento en el ámbito público y el privado, en el ámbito familiar y fuera de la familia.
También saben distinguir lo formal de lo informal. Lo que ocurre es que, como tienen esa necesidad de mostrar que son más mayores y que no han de someterse a las normas, adoptan esas conductas que a los mayores nos molestan.
Conductas no sociales, por decirlo de alguna forma.
Cómo por ejemplo poner los pies encima de una mesa, ensuciar comiendo en un espacio público, poner los pies en el asiento del tren, en los bancos de la calle sentarse en el respaldo apoyando los pies en el asiento,…
Gestos que vemos en la calle y que pensamos que son de mala educación. En realidad es una forma de rebelarse contra las normas impuestas.
¿Pueden adoptar determinadas actitudes queriendo imitar a sus ídolos?
En ocasiones están imitando a líderes dentro de la propia pandilla, es algo muy importante para sentirse aceptados. Pero también pueden estar imitando a otros modelos que ven en los medios de comunicación, en la publicidad por ejemplo.
Imitan formas de comportarse que ven en personajes de su edad en los anuncios, en las películas o en las series televisivas. O también pueden fijarse en deportistas. El tema está en que tipos de ídolos tienen y que valores transmiten esos ídolos.
Muchas veces tienen una influencia positiva, pero desgraciadamente también son muy frecuentes los modelos que transmiten unos valores que no son los más recomendables.
Del lenguaje no verbal de los adolescentes ¿se podría decir que es universal?
Sí que lo es. Al menos dentro de la cultura occidental. Lo que ocurre es que hay diferencias respecto al adolescente.
Hay factores que influyen, como el carácter y la educación recibida. Podríamos hablar de dos extremos de chicos.
El adolescente introvertido
Que va buscando los rincones, que quiere pasar desapercibido, que nunca será el centro de atención. Baja la mirada, se sonroja rápidamente, se muerde las uñas, va con las manos en los bolsillos, se enrolla una bufanda en el cuello para no ser visto,…
El que quiere ser protagonista.
Quiere hacerse ver. Tiene una actitud incluso chulesca, vanidosa y prepotente. Puede mirar de forma despreciativa cuando se le comenta algo.
Incluso puede llegar a comportamientos agresivos de insulto o de desprecio, y en ocasiones también llegar a la violencia. Esto ocurre especialmente cuando se mezclan estas actitudes con alcohol o con drogas.
Centrándonos en la ropa ¿qué importancia tiene en su comunicación?
La ropa es clave para todas las personas, y para los adolescentes es FUNDAMENTAL.
Su autoimagen, la imagen que tienen de ellos mismos, y que es la que les ha de proporcionar autoestima, se basa en gran medida en su aspecto físico.
Si un adolescente no acepta el mismo su aspecto físico, y no se ve aceptado por los demás, baja en picado su autoestima. No valora otras habilidades que puede tener, como un talento para la música, habilidades en el deporte o buenos resultados en los estudios.
Es importante trabajar este tema en casa. Animarles a sentirse bien en su cuerpo. Animarles a hacer deporte porque es clave para su bienestar.
En conclusión:
Hay que escuchar a los hijos, a los adolescentes, en casa y en la escuela. Ocurre que muchas veces no quieren, o no pueden, expresarse con palabras.
Para eso tenemos el lenguaje corporal que, como emana del inconsciente, es mucho más sincero que lo que nos están diciendo.
Es importantísimo saber observarles y saber interpretar sus gestos, sus miradas y su tono de voz.
Nos están dando mucha más información a veces que sus palabras. Hay que escuchar con los ojos, además de con las orejas.
Que no se sientan excluidos y si se sientan atendidos.
(Fuente: Teresa Baro)

viernes, 4 de noviembre de 2016

Aprende a obsequiar tu silencio a quien no ha pedido tu palabra



La mayoría de las personas padecemos de la necesidad imperiosa de manifestar verbalmente aquello que sentimos, de comunicar nuestra opinión, de aconsejar, de advertir, de consolar y muchísimas veces nuestras palabras serán bien recibidas.
Sin embargo, en muchas ocasiones debemos sencillamente guardar silencio, reservarnos nuestra opinión, evidentemente excluyendo los casos en los cuales nuestra palabra sea determinante para preservar la integridad de alguien o situaciones extremas en las que una injusticia es manifiesta, podamos evitar un mal o cualquier caso que requiera nuestra oportuna participación.
Afortunadamente en la mayoría de los casos en los cuales tenemos la posibilidad de manifestarnos, no llevan consigo altos riesgos y podemos prudentemente limitarnos a no decir nada al respecto.
Hay quienes solo buscan ser escuchados, que no quieren una opinión, consejo, juicio, solamente nos utilizan para desahogarse en un momento determinado y no quieren, más que requerir, escuchar nada al respecto, y esto debemos respetarlo.
Otro grupo de personas no actúa queriendo recibir feedback alguno, quieren llevar su proceso de crecimiento sin intervención de terceras personas, sin escuchar otros puntos de vista.
Definitivamente algunas veces resulta enriquecedor poder escuchar otras opiniones diferentes a la nuestra en relación a un tema o situación particular, pero lo cierto es que nadie puede forzar a otro a que lo escuche, nadie debe someter a otro a algo que no se quiere recibir, aun cuando esto sea palabras cargadas con la mejor intención.
Cada uno tiene su verdad, su consciencia, su experiencia y debemos respetar cuando a cada quien le basta con su visión, o prefiere otras visiones diferentes a la nuestra, sin que esto represente para nosotros un problema o nos genere incomodidad.
En el caso de los sentimientos y su expresión, aunque resulte sano aflorarlos, manifestarlos, debemos entender que no siempre serán bien recibidos. Lamentablemente solo lo sabremos cuando los manifestemos, aunque siempre habrán señales que nos ayuden a preservar nuestra integridad y nos evite exponernos a incómodas situaciones.
Evidentemente no podemos tomar esta visión como la bandera para actuar de ahora en adelante, guardando silencio, reservándonos nuestra opinión, ocultando sentimientos
No, solo se debe tener en cuenta que no siempre las palabras son bien recibidas, que a veces es preferible otorgar un silencio oportuno a decir cosas que no quieren ser escuchadas.
Estemos atentos para identificar cuándo nuestras palabras desencajan, cuándo el silencio es el mejor recurso y cuándo podemos libremente abrir nuestras opiniones ante quien nos escucha. Tus palabras pueden ser muy valiosas, pero son como los sentimientos, no todos lo merecen o no todos quieren recibirlos, aprender a callar es de sabios.
(Fuente: El rincón del Tibet)