Nos hicieron creer que “el gran amor” solo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado.
Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja y la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece cargar en las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta.
Nos hicieron pensar que una formula llamada “dos en uno”: dos personas pensando igual, actuando igual, era lo que funcionaba. No nos contaron que eso tiene un nombre “anulación” y que solo siendo individuos con personalidad propia podremos tener una relación saludable. Nos hicieron creer que el matrimonio es obligatorio y que los deseos fuera de término deben ser reprimidos.
Nos hicieron creer que los guapos y flacos son más amados. Nos hicieron creer que solo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos y los que escapan de ella están condenados a la marginalidad.
No nos contaron que estas formulas son equivocadas, que frustran a las personas, son alienantes y que podemos intentar otras alternativas.
Nadie nos va a decir esto, cada uno lo va a tener que descubrir solo. Y ahí, cuando estés muy enamorado de ti, vas a poder ser muy feliz y te vas a enamorar de alguien.
Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor…aunque la violencia se practica a plena luz del día. (John Lennon)
Hemos olvidado nuestro lugar en el mundo. Tenemos miedo de no cumplir con las expectativas, de no encontrar al amor de nuestra vida, de no triunfar, de no alcanzar metas, de no nacer, crecer y reproducirnos.
En definitiva, nos hemos sometido a lo que los demás esperan de nosotros. Hemos llegado a un punto en el que no sabemos respetarnos. Desconocemos cómo destacar lo maravilloso que hay dentro de nosotros.
Aprende a decir “me quiero” antes que a decir “te quiero”. Fortalecerás tu amor. Recuerda que sin ti no puedes hacer nada. No puedes vivir, no puedes respirar, no puedes sonreír, no puedes enamorarte… Este razonamiento tan obvio y tan sencillo esconde tras de sí una premisa que debería guiar nuestras vidas: cuida de ti mismo y, si es necesario, ayuda a los demás a que se cuiden.
Es decir, conseguimos poco o nada entregando nuestra vida y nuestro día a día a que los demás sean felices. Ahora bien, eso no significa que debamos despreocuparnos de los demás, sino que debemos alcanzar un equilibrio y no olvidarnos de la importancia de fomentar nuestro propio crecimiento personal.
Destacar sobre lo demás nuestro autocuidado no ha de ser fácil, pero merece la pena. Es decir, cuando hablamos de amor todos debemos ganar. Para que esto suceda, tenemos que cuidar nuestras raíces regando nuestro árbol, es la única manera de que se haga grande y fuerte.
Cuando tu Yo interno falla, entonces falla todo a tu alrededor. No te puedes permitir darlo todo por los demás y quedarte vacía o vacío por dentro, pues eso originará un sentimiento de desolación insoportable.
Así que primero enamórate de ti, cuídate y cultívate. Ama la vida para lograr amar en plenitud y sin apegos excesivos. O sea, el objetivo es que cultives tu felicidad para lograr ser capaz de darla. Si mimas tu árbol y lo cuidas cada día, sus frutos crecerán sanos y llenos de energía positiva.
Si el amor fuera un árbol, las raíces serían tu amor propio. Cuanto más te quieras, más frutas dará tu amor a los demás y más sostenible será en el tiempo.(Walter Riso)