Vivimos en un mundo cada vez más conectado en el que muchas personas parecen huir de la soledad a todas horas, como si temieran estar a solas con sus propios pensamientos y sentimientos.
Cuando estamos con otras personas, estamos haciendo un mayor esfuerzo mental porque, aunque no seamos conscientes del todo, estamos pendientes de ellos, teniendo en cuenta lo que pueden estar pensando o sintiendo, lo que vamos a decirles, lo que vamos a hacer, etc. Es decir, otras persona ocupan parte de nuestro "ancho de banda", por así decirlo, y además ejercen una influencia en nosotros. Por otra parte, cuando estás a solas, hay más probabilidades de que tu atención se centre más en lo que está pasando en tu interior, en lo que estás haciendo, pensando o sintiendo tú, sin influencias externas.
El malestar, los miedos, las frustraciones y todo tipo de dolor emocional que mantienes a raya centrando tu atención en el exterior y en tu interacción con los demás, afloran con más libertad durante esos momentos de soledad. Este es el motivo por el que muchos temen tanto a la soledad. Sin embargo, estos momentos de soledad e introspección tienen un gran valor porque te ayudan a conocerte mejor, reconocer tus problemas y aprender a afrontarlos, entre otras cosas.
Un estudio realizado con adolescentes por Reed Larson, de la Universidad de Illinois, mostró que los participantes se sentían mejor tras pasar un tiempo a solas. Concretamente, aquellos que pasaban entre el 25 y el 45 % del su tiempo fuera de clase a solas, solían tener más emociones positivas durante la semana, más éxito en sus estudios y menos probabilidades de tener síntomas de depresión. Lo más curioso es que el tiempo pasado a solas no era necesariamente un tiempo en que se sintieran felices pero eso no impedía que tuviera un efecto beneficioso para la salud. Es como una especie de medicina psicológica.
Otro estudio interesante (realizado por Adam Waytz, de la Universidad de Harvard) encontró que a las personas que están más conectadas con los demás les cuesta más trabajo identificarse con personas más distantes a ellos. Pasar tiempo a solas puede ayudarnos a no estar tan entremezclados con nuestro grupo y aumentar nuestra capacidad de empatía.
Por supuesto, un exceso de soledad puede tener un efecto perjudicial, pero el nivel de soledad que cada persona necesita es diferente y es importante que cada uno encuentre el suyo. Por otra parte, para que la soledad tenga un efecto beneficioso debe ser una elección voluntaria y no algo a lo que nos vemos obligados por los demás o las circunstancias.
Estos son algunos de los beneficios que puede aportarte la soledad:
1. Te ayuda a conocerte mejor. Los demás pueden ayudarte a conocerte a través de sus opiniones y comentarios y tus relaciones con ellos pero para que la información que los demás te aporten te sirva de algo, debes dedicar tiempo a procesarla; es decir, pensar en ello, en lo que significa o implica, en los posibles cambios que podrías hacer, etc. Esto es algo que solo puedes hacer estando a solas. Así mismo, puedes aprovechar los momentos de soledad para reflexionar sobre tus preferencias, tus deseos, tus sueños, tus valores, miedos, inseguridades o carencias. Estas reflexiones te ayudan no solo a conocerte mejor sino a tener más claro lo que deseas en la vida y tomar tus propias decisiones.
2. Te ayuda a afrontar tus “demonios” interiores. Si algo no nos gusta de nosotros mismos, si hemos vivido experiencias dolorosas, si hemos cometido errores de los que nos avergonzamos y no queremos recordar… En casos como estos, muchas personas huyen de sí mismas refugiándose en el exterior (por ejemplo, no están nunca solos o se enganchan al teléfono cuando lo están) sin llegar nunca a afrontar y procesar todos esos demonios interiores que, a pesar de nuestros esfuerzos por evitarlos, siguen estando ahí causándonos dolor. La soledad te ayuda a afrontarlos al fin para poder seguir adelante, libre de su influencia.
3. Fomenta la creatividad. La soledad te ayuda a mirar dentro de ti, a volverte más hacia tu propio interior, que es donde está la fuente de la creatividad. Cuando estás con otras personas, tu atención se centra más en el exterior. Centrarte en el exterior puede servirte para recopilar ideas que te sirvan en tu proceso creativo. Pero para que esas ideas te sirvan para crear algo nuevo, debes llevarlas a tu interior y sacarlas luego de ahí transformadas. Algunos de los mejores filósofos daban largas caminatas diarias a solas y durante ellas generaban a menudo sus mejores pensamientos.
4. Te ayuda a resolver problemas y aclarar tu mente. Puedes aprovechar tus momentos de soledad para pensar en soluciones a problemas, organizarte, estructurar tu día, hacer listas de tareas pendientes y tomar decisiones.
5. Te ayuda a relacionarte mejor con los demás. La persona que se conoce mejor a sí misma suele tener mejores relaciones con los demás, puesto que tiene mucho más claro lo que quiere y lo que espera de los demás. Así mismo, si dedicamos un tiempo a solas a reflexionar acerca de otras personas significativas en nuestras vidas (sus deseos, problemas, relación con nosotros, etc.) podremos conocerlos mejor también a ellos, lo cual beneficiará y enriquecerá mucho la relación.
6. Aumenta tu bienestar. La soledad puede servirte para apartarte de los problemas de los demás y sus exigencias. Te permite relajarte por completo y no tener que pensar en si lo que haces puede molestar a alguien o en el modo apropiado de comportarte. Vistes como quieres y haces lo que quieres sin preocuparte por la mirada ajena. Por tanto, son momentos en los que puedes relajarte por completo y recargarte de energía.
7. Puede servirte para pasarlo bien. Hay muchas actividades que puedes hacer estando a solas, como dar un paseo, leer, ver una película, hacer alguna actividad creativa, etc. Puedes elegir lo que deseas hacer, cuándo y cómo sin tener que contar con nadie ni tener en cuenta más deseos que los propios, sin atenerte a horarios ni tener que darte prisa para llegar a tiempo. Esto puede ser muy relajante en sí mismo y nos ayuda a mejorar la relación con nosotros mismos y sentirnos más autónomos y autosuficientes.
(Fuente: Ana Muñoz)
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