sábado, 17 de enero de 2015

Tu hijo no te da trabajo. ¡El es tu trabajo!


Un hijo nunca “da trabajo”.  Considerarlo así es  sentirlo como si fuera una carga. Si lo es para ti es porque no has sabido manejar los problemas o aceptarlo como es. Es un claro síntoma de que hay que hacer una nueva valoración del proyecto pedagógico. Tu manera de solucionar conflictos, de comprender a tu hijo incluso de amarlo no es la mejor.
Un hijo nunca es una carga sino una maravillosa oportunidad de sacar lo mejor de nosotros mismos. Cuanto mayor sea el desafío que nos plantee, más necesario será buscar lo mejor de nosotros: nuestra generosidad, nuestra paciencia, nuestra comprensión, nuestra inteligencia y empatía.
¡Claro que nuestros hijos conllevan problemas! Y sacrificios, y desafíos. La aventura de pasar de ser un bebé a convertirse en una persona independiente y equilibrada exige mucho de nuestra parte. Esa es la esencia de la paternidad y maternidad, independientemente de lo fácil o difícil que lo pongan nuestros hijos.
Tener hijos implica renunciar a cosas, aceptar otras que no nos gustan, estudiar y formarnos, cambiar nuestra manera de pensar incluso de hablar,  aprender a querer de manera generosa,  solucionar conflictos de manera creativa y, sobre todas las cosas, saber que nuestros hijos no son nuestros sino que han nacido para tener una vida plena independientemente de nosotros, lo que conlleva educar en el respeto. Por supuesto que surgen problemas en esta aventura igual que si te embarcas en la creación de una empresa. Cualquier cosa que merezca la pena supone superación y esfuerzo.
Si consideramos que esos problemas son una carga, entonces se verá afectada nuestra manera de mirarle, de dirigirnos a él, de etiquetarle, incluso de amarle. ¿Cómo se puede amar a alguien que se considera un “pesado trabajo“? Lo estás “soportando” pero no le estás amando con generosidad, sin condiciones, como debe ser el amor de un padre o madre a su hijo.
Estamos en deuda con nuestros hijos porque ellos nos permiten sacar y desarrollar la mejor versión de nosotros mismos. Ellos no nos dan trabajo sino que son NUESTRO TRABAJO.
(Fuente: Elena Roger Gamir)

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