domingo, 20 de marzo de 2016

5 claves para conectar con tu hijo adolescente



Es como un proceso matemático, a medida que crecen en edad, disminuye su comunicación con nosotros.

¿Cómo conseguir que me cuente sus cosas? ¡Imposible hablar con él o ella! ¿Cómo iniciar con él/ella una conversación? ¿Has sentido alguna vez que eres una parte más de la casa que habitáis junt@s? ¿Dónde quedaron aquellos dulces, cariñosos, habladores, sonrientes, besucones, hasta pegajosos niños que vivían con nosotros?.
Todas estas preguntas, y algunas más, resonaban en mi mente esperando una respuesta.En algunos casos haciéndolas en voz alta para recibir la típica respuesta de otras madres, profesores, expertos… “Es la edad” sin dar solución a esta situación a veces incómoda, a veces triste, a veces dolorosa de pensar que esos hijos que hemos educado, criado y sentido desde lo más profundo de nuestra vida se alejan de nosotros sin saber cómo ni porqué.

A pesar de ese desánimo que a veces nos hace pensar: ¡nunca más volverá a ser igual! No hemos de perder la esperanza.

Si tenemos claro ¿qué hacer? es sencillo, por eso hoy quiero compartiros las cinco claves que a mí me han funcionado y que han hecho que mejore mi comunicación con mis hij@s adolescentes.

1. ¡En guardia 24 horas! Disponibilidad:

El momento ideal para hablar con ellos, casi nunca, es el que nosotros pensamos que es el ideal.
Ellos tienen sus momentos ideales, son como una vida paralela a la nuestra que descoloca “nuestros momentos”.
Sus momentos para hablar suelen ser espacios en los que su cerebro no está ocupado por su música, sus pensamientos, sus amigos, sus problemas. Sus espacios de comunicación suelen ser cortos pero intensos, en pocos minutos tratarán de decir todo lo que les está pasando, lo que están sintiendo y lo que opinan. ¡Todo a la vez!
Por eso es tan importante cederles ese espacio.

¿Qué hacer? : Observar

Mirarles da muchas pautas de cuándo va a ser ese momento especial, casi nunca el mismo, aunque existirá ese espacio de confidencias que habéis mantenido siempre.
Y para cada hij@ será diferente. Su habitación y su cama, el sofá después de una película… Pero siempre cuando ellos determinan ese momento, porque sólo entonces abrirán su caja de pandora para contar todo eso, que si no, nos estaremos perdiendo.
Es un momento mágico de intimidad con ellos, de Amor profundo, de conexión.

2. Aceptar la etapa por la que están pasando. – Empatía:

No se entienden ni a ellos mismos, Esto lo tenemos claro ¿verdad?
Pero si nosotros les recriminamos que no se entienden su postura será de rechazo. “yo no me entiendo y mi familia no me entiende.”
Este sentimiento de desprotección les asusta tanto que no saben cómo manejarlo.

¿Qué hacer?: Reconocerles

Reconóceles que entiendes que la etapa por la que atraviesan es así, que es normal que sus emociones varíen cada día e incluso cada momento; que hoy estén felices, mañana rabiosos al día siguiente ansiosos y al otro melancólicos.
Han de sentir que cuentan con nuestra comprensión sincera.
Su cerebro se está recolocando, sus emociones les sorprenden, necesitan identificarlas, sentirlas y aprender a gestionarlas para aprender a ser independientes, pensar por ellos mismos, actuar por ellos mismos, equivocarse por ellos mismos y asumir esto sin echar balones fuera y nosotros somos una parte importante. Sólo hay que sentir con ellos. Y dejarles que “ventilen” esas sensaciones tan rápidas que no son capaces de procesar.

3. Solo escuchar, tan fácil y tan complicado a la vez: Escucha activa

¡Cuán difícil sólo escuchar sin sermonearles, sin decirles nuestra opinión, sin esperar que acabe para soltar todo eso que no ha escuchado en otros momentos, sin adoctrinarles, sin aconsejarles!
Pero que maravilloso cuando solo escuchas, y tus ojos, tu cuerpo, tu mente están en escucha completa.

¿Qué hacer?: Sólo Escuchar

Aquí es muy sencillo escuchar de manera activa, que eso nos llegue al corazón sin juzgar nada de lo que dice, sin pensar en lo que le vas a contestar. Solo estar con él y aceptar el regalo de aquello que nos quiere contar, sin estrategias. Estar para él, con el interés que muchas veces ponemos en los de fuera y se nos olvida practicar con los de dentro. Porqué sus cosas, sea lo que sean nos interesan.
No interrumpir, incluso cuando lo que nos cuenta no nos guste. Habrá momentos de hacérselo saber.

4. ¿De qué hablamos? : Elegir las batallas

Uno de mis aprendizajes más importantes, ha sido elegir las batallas, habitualmente me ocurría que cada vez que entablábamos comunicación, de una cosa íbamos a otra.
Si estamos continuamente corrigiéndolos o exigiéndoles cambios en su actitud, no vamos a conseguir nada. Sin embargo si focalizamos en cosas realmente importantes es mucho más seguro que podremos lograr victorias.

¿Qué hacer?: Cada conversación tiene un tema, no diversificar.

Seleccionemos qué queremos que cambien, pero no todo a la vez. Elijamos aquello que en este momento consideramos más importante. ¿Estudios, orden u organización de sus cosas, amigos, hábitos…?
Tener muy claro qué quiero conseguir y cuáles son mis argumentos para defenderlo. Sin ser autoritaria, con respeto y aceptación a lo que nos digan aunque no nos guste.
Descubrí que pedía orden, pero era mi orden. Pedía estudio, pero lo que yo consideraba qué y cómo debía estudiar, le pedía hábitos, pero a mi manera. En el momento en el que acordamos que era ordenar, cómo iba a estudiar, etc. Los acuerdos y las negociaciones llegaron.

5. Seamos incondicionales : Respeto y calma

Nuestros hij@s también aprenden al experimentar el hecho de tomar sus propias decisiones. Siempre y cuando las consecuencias no sean peligrosas, deje que ellos decidan en relación a sus asuntos: escuela, amigos, formas de vestir, de comer, etc.
Algo que intensifica la unión es hacerles saber que pase lo que pase, acierten o se equivoquen estaremos ahí. No lo demos por sentado, digámoslo y demostrémoselo.

¿Qué hacer?: Respirar y aceptar

Por mucho que nos afecte el darnos cuenta que él o ella se parecen cada vez menos a nosotros, es maravilloso reconocer que es una persona diferente y tiene derecho a ser quien es, lo que significa: pensar, sentir y actuar de manera distinta a la nuestra, siendo dueño de su propia identidad.




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