Criar y sobre todo educar a los niños no es tarea fácil. Se necesitan toneladas de paciencia, cariño y buena voluntad para construir una crianza sana y responsable que contribuya a que los niños se desarrollen lo mejor posible, además de seguir cuidando a la pareja.
En esta tarea resultan relevantes otras habilidades como saber escuchar a nuestros hijos, aprender a ponerse en su lugar, establecer límites y ser capaces de transmitirles ese sentimiento de pertenencia a un grupo único que les proporcionará seguridad y protección como es la familia.
Decir “te quiero”: la base de unos buenos lazos familiares
En la familia, cada uno tiene sus propias necesidades, así como cualidades y capacidades diferentes. Es por esto que no todos expresamos nuestro afecto de la misma manera, ni necesitamos de igual forma que nos digan que nos quieren. Aunque sea importante comunicarlo.
A veces nos resulta difícil hacer criticas de forma constructiva no solo con los adultos sino también con los niños y nos dedicamos únicamente a señalar lo que han hecho mal. El problema es que algo que puede pasar desapercibido para nosotros puede tener importantes consecuencias en la autoestima de los demás, especialmente en la de los niños. Debilitando así los lazos familiares.
Por ello, es importante expresar que les queremos y lo que nos gusta de ellos, así como lo importante que son para nosotros y para nuestra familia. De esta forma, los nutriremos de amor y mejorará su autoestima.
Los lazos familiares fuertes se nutren de empatía y esfuerzo
La empatía es un gran aliado cuando se producen conflictos en casa. Tratar de ponernos en el lugar del otro no va a hacer que la discusión termine de manera instantánea pero sí nos ayudará a entenderlo un poco más. Además, facilitará que le expliquemos que comprendemos su opinión aunque no compartamos su punto de vista, contribuyendo a llegar a acuerdos que beneficien a todos.
Ponernos en la piel de los demás nos va a facilitar otro hecho fundamental para fortalecer los lazos familiares: valorar el esfuerzo de los demás. Cuando intentamos cambiar o hacer algo para mejorar la convivencia en casa, no siempre lo logramos a la primera. Que los demás nos digan que lo estamos intentando y que lo aprecian nos va a motivar para mejorar.
Este reconocimiento funcionará como un refuerzo que potencia esas conductas que nos ayudan a que las relaciones familiares sean mejores. Ahora bien, el cambio se dará de forma progresiva.
Cuidar los derechos y los deberes fomenta los lazos familiares.
Dentro del hogar familiar todos los miembros tienen sus obligaciones. En este plano, es importante que estén delimitadas y sean consistentes. Pero, ¿cómo y cuándo responsabilizar a los pequeños de las tareas de casa? Aquí es importante tener en cuenta la edad de los niños y pedirles cosas en base a sus capacidades.
Desde que tienen un año, se les puede ir pidiendo tareas sencillas que fomenten su autoestima. Así, pueden ir recogiendo sus juguetes, ayudarnos a llevar un objeto de un sitio a otro o limpiar algo que hayan manchado. Además, decirle lo bien que nos están ayudando y lo importante que son para la familia les va a hacer sentirse mejor.
Al igual que se tienen unos deberes, también tenemos nuestros derechos que deben ser respetados en el hogar. El problema viene cuando, al surgir contratiempos, cedemos esos derechos. Es importante saber hacerlo para que la convivencia sea buena, pero también es relevante que no siempre ceda la misma persona.
Es decir, no se pueden respetar más los derechos de unos miembros de la familia que los de los otros. Encontrar el equilibrio en este aspecto va a evitar que surjan tanto discusiones y malentendidos innecesarios como emociones negativas que minan los lazos familiares.
(Fuente: La mente es maravillosa)
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