sábado, 28 de septiembre de 2013

Dar prioridad a lo importante


Un profesor hizo el siguiente trabajo para dar una lección de vida a sus alumnos: Saco de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo coloco sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y pregunto: ¿Cuántas piedras piensan que caben en el frasco? 
Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que lleno el frasco. Luego pregunto: ¿Está lleno? 
Todo el mundo lo miro y asintió. Entonces saco de debajo de la mesa un cubo con gravilla. Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agito. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. El experto sonrío con ironía y repitió: ¿Está lleno? 
Esta vez los oyentes dudaron: Tal vez no. ¡Bien!. Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava. ¿Está lleno? 
Pregunto de nuevo. ¡No!, exclamaron los asistentes. Bien, dijo, y cogió una jarra de agua de un litro que comenzó a verter en el frasco. El frasco aun no rebosaba. 
Lo que esta lección nos enseña es que SI NO COLOCAS LAS PIEDRAS GRANDES PRIMERO NUNCA PODRÁS COLOCARLAS DESPUÉS
¿Cuáles son las grandes piedras de tu vida? ¿Los hijos, los amigos, los sueños, la salud, la persona amada…? Recuerda, ponlas primero. El resto encontrará su lugar.

martes, 24 de septiembre de 2013

Construye tu sueño


Todos tenemos sueños que creemos que son difíciles o, incluso, imposibles de alcanzar. Sin embargo, no nos damos cuenta de que la principal barrera para lograr estos sueños somos nosotros mismos con nuestras dudas, inseguridades, desconfianzas y, sobre todo, miedos. En esta charla, Mario Alonso Puig nos muestra cómo vencer y superar todas estas barreras, enfrentarnos a estas complicaciones y, finalmente, llegar a construir nuestro sueño.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Reírse de uno mismo es una buena terapia


En muchas ocasiones, cuando nos ocurre algo negativo que no tiene ningún tipo de solución, lo que hacemos es enfadarnos con el mundo entero pagándolo con cualquier persona de nuestro entorno ¿Creéis que esto os solucionará algo? Es normal que cuando ocurra algún imprevisto nos enfademos un poco ya que estaba fuera de nuestros planes. Sin embargo, a la larga, no quedará más remedio que aceptar esa nueva situación o problema con cierto optimismo.
De esta forma superaremos mejor todo tipo de adversidades que se nos presenten consiguiendo así sentirnos mejor con nosotros mismos. ¿Quieres saber cómo conseguir esto? Pues una forma de hacerlo a través de reírse de un mismo. Aquí os dejamos todos sus beneficios.

Tus problemas se harán más pequeños

Si tu problema al menos por ahora no tiene solución. ¿Para qué gastar energías enfadándote, tomándola con los demás y poniendo el grito en el cielo? Esto es un despilfarro de saliva y fuerzas innecesario. Así que cuando te ocurra algo que no sea de tu agrado, primero sosiégate, analiza el problema, busca soluciones si las tiene, y si no ¡Pues intenta sacarle un punto cómico al asunto! Seguro que después lo recuerdas como una mera anécdota con la que te reirás mucho y también te darás cuenta de que el problema no fue para tanto.

Te sentirás mejor contigo mismo

Aquí se ha hablado mucho de la risoterapia y sus grandes beneficios. Y es que aparte de ver todo con un halo de positivismo, reírte hará que también liberes endorfinas, una de las glándulas de la felicidad más eficientes que existen para sentirte bien con uno mismo. Por ello, cuando surja un problema y sepamos darle su parte positiva, seguro que después lo ves todo de distinta forma y tu problema pasará a mejor vida antes de lo que te imaginas.

Ganarás en autoestima

Si solo sabemos enfadarnos o entristecernos ante las adversidades, así será imposible que les busquemos una solución a las mismas. Tomarla con el mundo no te va a resolver nada. Por esta razón, si te ríes de tus problemas, significará en parte que no te afectan o que simplemente puedes afrentarlos con una sonrisa en la boca. Esta es una forma de ponerse un muro ante las adversidades que demostrará que los problemas insignificantes no te afectan. Y más si te los tomas con un poco de humor.

Tus amigos te lo agradecerán

La gente es más o menos “egoísta” por naturaleza, y por ello no le gusta estar siempre escuchando los problemas de la gente. Obviamente si son tus amigos, estos siempre estarán ahí para ayudarte y aconsejarte, pero si abusas de ser una persona pesimista y que solo se dedica a contar sus penas a los demás, seguro que a la larga la gente se "cansará" de ti. Por esta razón, cada vez que te ocurra algo negativo, cuéntalo de una forma cómica. 


miércoles, 18 de septiembre de 2013

El crecimiento personal y el entorno


El ser humano está destinado al crecimiento personal, siempre y cuando se den las condiciones idóneas para ello. Tendemos a asustarnos ante los cambios, por ello, a menudo se frena la evolución. En vez de aspirar a nuestros sueños, preferimos quedarnos como estamos, aunque sepamos que nos queda mucho por mejorar y aprender.

El dicho “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” lo aplican a menudo las personas inseguras. Se quedan en la zona segura que ya conocen y tienen miedo de salirse de ese camino. 
Sus vidas pueden ser gratificantes en ese momento, pero cuando vayan cumpliendo años y las necesidades vayan cambiando, posiblemente sientan que deberían de haber arriesgado más en el pasado para obtener cosas que desearían y no poseen.

El crecimiento personal también conlleva sus desventajas iniciales, pero una vez conseguido el objetivo, la vida es mucho más gratificante. Evolucionar y cambiar es positivo, pero también tiene consecuencias a nuestro alrededor.

Si tú encajabas en un sitio y cambias, ya no encajarás tanto, tendrás otras necesidades diferentes.
Las personas que nos rodean están acostumbradas a tratar siempre con un modelo fijo, una forma de ser que encaja con ellos, pero cuando alguien está evolucionando y sufre cambios, encontrará críticas y desaprobaciones a su alrededor, porque los cambios cuesta aceptarlos
Muchos no se dan cuenta de que el ser humano es así. Cuando somos pequeños, se ve a simple vista el crecimiento físico, todos ven normal que un niño vaya teniendo diferentes necesidades conforme va cumpliendo años.
Pero llegada una edad donde los cambios físicos no son tan visibles, el cuerpo deja de crecer, pero la mente sigue evolucionando, en unas personas más que en otras, dependiendo de las ambiciones, motivación, deseos, personalidad, nivel de comodidad, economía, etc…

No somos una piedra inamovible, el ser humano se va moldeando a lo largo de la vida y evolucionar significa dejar atrás algunas cosas que ya no encajan. Quién no ha escuchado alguna vez críticas como: ¿Qué te está pasando? Antes no eras así, con la intención de devolver a la persona a su estado anterior.
Este tipo de reproches y críticas no deberían verse como negativas, porque es signo de que hay cambios, y al cambiar, hay cosas que ya no encajan.

EJEMPLOS EN EL ÁMBITO FAMILIAR:

Una adolescente acostumbrada a vivir con unos padres sobreprotectores, críticos y negativos.
Mientras ella no cambie y siga siendo dependiente de ellos, todo seguirá bien, pero cuando esa chica crezca, madure y evolucione, se va a dar cuenta de que el modelo de sus padres no es el correcto y no va a permitir que el ambiente tóxico que tiene con su familia la detenga en su desarrollo.
Llegará a una edad donde sentirá la necesidad de independencia, de decidir por completo sobre su forma pensar, vivir y de hacer las cosas.
En cuanto sus padres vean que ya no está en sus manos, que ya no es dominable y tiene un pensamiento propio diferente al de ellos, empezarían los problemas y reproches del tipo ¿qué te está pasando? Antes no eras así, estás dando muchos problemas.
Si la persona que está evolucionando accede a los reproches creyéndose culpable, dejará de crecer y se pondrá en manos de otros que manejarán su vida. Si se mantiene independiente sin dejar que sus padres le influyan, podrá dar un cambio en su vida.

Hay infinidad de casos de mujeres casadas, que se han entregado por completo a la familia, olvidándose de ellas mismas, quedándose sin vida propia.
El marido está tan acostumbrado a eso, que si un día su mujer empieza a sentir otras necesidades y a querer tener sus espacios propios y vida a parte de la familia, sufrirá reproches y críticas que intentarán estancarla.
Reproches como: ¿Qué te está pasando?, eras una mujer ejemplar, ahora te estás torciendo y quiero que vuelvas a ser la de antes. Tus amigas te están lavando la cabeza, estás dejando a tu familia de lado, etc…

¿CÓMO PODEMOS ENFRENTARNOS A LOS REPROCHES?

Los reproches y críticas que podemos recibir cuando estamos cambiando y evolucionando, no son más que miedos por parte de la otra persona. Miedo a perder la estabilidad que tenían antes. Quieren mantener a toda costa esa rutina que tenían con la persona querida y esos cambios que ven en el otro, les aterrorizan.
Lo más importante es no meterse en discusiones ni peleas. Debemos comprender que el otro siente un gran miedo de perder algo que hasta ahora le gustaba cómo funcionaba. Si respondemos enfadados y entramos en discusiones acaloradas no conseguiremos nada positivo.
Lo mejor es mantenerse en calma y explicar de una manera segura y madura las nuevas necesidades que tenemos ahora. Hacer ver que con los años las personas cambiamos y ahora tenemos otros deseos. Digan lo que digan, hay que seguir hacia adelante con lo que queremos, sin que nada nos estanque.
Para que el entorno tome en serio los cambios, hay que dar una opinión madura desde la calma, para que vean el cambio racional que estamos haciendo.
No se trata de convencer, ni de enfadarse, simplemente informar de lo que deseamos y lo que vamos a hacer porque somos seres libres para decidir sobre nuestra vida. Los cambios no se demuestran con las palabras, sino con los hechos y actos.
Es como si cambiar estuviera penado por la sociedad. Así es el ser humano, flexible y moldeable. Debemos escucharnos y reflexionar si estamos yendo en la dirección correcta, en esa que nos llena y nos motiva.

Imagina que metes a un tigre cachorro en una jaula pequeña, conforme vaya creciendo, tendrá otras necesidades. Si no lo cambiamos de jaula, llegará un momento en el que no podrá seguir creciendo, la jaula se queda pequeñísima, necesitará otro lugar donde desarrollarse.
El lugar en el que antes encajaba, ahora ya no. A las personas nos pasa igual. Cambiamos y lo que antes nos valía, ahora ya no. Puede pasar en muchas facetas de la vida.

Lo importante es que, estés donde estés, sepas escuchar de verdad tus deseos y necesidades. Lucha por llegar al lugar donde deseas. Escoge un entorno donde se puedan desarrollar tus virtudes y felicidad.


domingo, 15 de septiembre de 2013

La toma de decisiones


Un joven llamado Daniel tenía una tía que lo quería mucho y era muy bondadosa con él. En una ocasión ella llevo al joven a un zapatero para que le hiciera un par de zapatos a la medida.

El zapatero le pregunto: ¿Quieres los zapatos puntera cuadrada o redonda? Daniel tartamudeo un poco, el no sabía lo que quería.
El zapatero dijo:” Esta bien. Ven por acá dentro de un par de días, me dices lo que quieres y te haré los zapatos”. Dos días después, el zapatero lo vio en el pueblo y le volvió a preguntar:
“¿Quieres los zapatos puntera cuadrada o redonda?
Daniel le contesto: “No sé”.
El zapatero le dijo: “Ven dentro de dos días y tus zapatos estarán listos”.
Daniel contaba que cuando fue a buscar los zapatos, uno de ellos tenía la puntera cuadrada y la otra redonda.
El zapatero lo miro y le dijo: “Esto te enseñara que desde ahora en adelante, no debes permitir que la gente tome decisiones por ti”.
Y el joven agregaba:” Aprendí allí mismo a tomar mis propias decisiones, si uno no lo hace, otro lo hará por uno”
¿No sientes la suficiente confianza como para tomar una decisión, ya que tienes miedo de cometer algún error?, bueno, pues entonces recuerda que inclusive las malas decisiones pueden ser una excelente oportunidad de aprender.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Eres dueño de tu propio destino



Tomar responsabilidad de uno mismo no es fácil, especialmente cuando se vive con estigmas de la infancia. Pero para muchos, esa es la manera más fácil de vivir, es lo que los hace sentir en su área de confort. “Así me criaron y por eso me comporto de esta manera”.

Ciertamente, convertirse en adulto implica hacerse responsable de uno mismo. No se puede echar la culpa a los maestros por no haberte enseñado lo que ahora deberías saber; pues si necesitas algún conocimiento, ahora puedes aprenderlo por ti mismo. Tampoco se puede culpar a los padres por los malos hábitos que no te dejan salir adelante, pues si acarreas alguna costumbre perjudicial que te afecta en tu vida actual de adulto, tú eres el único que puede cambiarlo.

El pasado no puede frenarte

Ciertamente, el pasado influye en tu vida actual. Pero si eres capaz de detectar la raíz del problema, enfréntalo y verás que todo empieza a fluir. Deja de culpar al pasado por lo que te sucede en el presente. Y si realmente eres incapaz de superarlo, busca ayuda profesional. Quizá algunos sean más difíciles de resolver, pero con el tiempo, y la ayuda necesaria, todos somos capaces de superar los problemas del ayer que nos afectan.

Muchas veces, lo que te ata al pasado te causa mucho dolor y te paraliza, no te permite ubicarte en el presente. Si durante tu infancia no se cansaban de repetirte que eras “gordo/a”, o “tonto/a”, o “inútil” (o cualquier otro adjetivo con el ánimo de descalificarte), es seguro que eso lo tienes grabado y te hace pensar que es natural que seas así, aunque no te agrade ahora que eres adulto/a. Pero eso no quiere decir que debas mantener esa creencia por el resto de tu vida. Tú puedes cambiar si te lo propones.

Madurar, crecer y cambiar

El proceso de adultez conlleva madurar, crecer y cambiar. Tu etapa como adulto no debe ser negativa solo porque tu infancia lo fue. Cambiar las etiquetas que cargamos puede costar mucho trabajo, pero a la larga, el pensamiento positivo lleva a un cambio proactivo y este hace crecer el amor propio y la aceptación.
Aunque mucha gente recuerda su infancia como una de las mejores etapas de su vida, otros, lamentablemente, la recuerdan como una desgracia. Eso ya no se puede cambiar, pero al madurar, uno mismo es quien tiene las herramientas para construir y reconstruir su vida, porque ya no depende de nadie para crear su propio presente. Uno mismo lo crea. Eso significa dejar las malas experiencias en el pasado y hacerse responsable de uno mismo.

Excusas e incompetencias

También hay personas que se escudan en el pasado, no porque necesariamente haya sido tan malo, sino porque no encuentran el coraje para cambiar y asumir su responsabilidad como adultos.
Los miedos no son insuperables, aunque siempre es más fácil decir que así fuiste educado de pequeño que enfrentar tu incapacidad o ignorancia. Solo recuerda que nadie podrá moverte de tu zona de confort más que tus propias acciones. A veces el mismo miedo es motivador, solo es cuestión de que tú te lo propongas.

Superar los obstáculos que te frenan para seguir adelante es algo que podría determinar tu existencia y nada es más cierto que esta afirmación: solo tú eres dueño de tu propio destino.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Padres violentos...consecuencias en los hijos




Nuestra vida social inicia desde la más temprana edad, en compañía de hermanos y padres. Pero son los padres quienes definirán nuestro futuro y a nosotros mismos. Por este motivo, cuando los padres son violentos definen patrones y conductas que nos afectarán de por vida. ¿Eres un padre violento? ¿Sabes cómo identificar a uno?
Definiendo la violencia

Comúnmente asociamos el término “violencia” con los golpes, sin embargo este serio problema también se puede dar con la violencia psicológica. Esta se manifiesta a través de palabras hirientes, actitudes que buscan menospreciar a los demás e incluso, la indiferencia. Todas estas actitudes están encaminadas a herir a los hijos, de manera consciente o inconsciente.

¿Por qué los padres son violentos con sus hijos?

Las razones de este comportamiento son diversas y en cada caso son muy particulares, pero las más comunes son:

- Demasiado estrés o cansancio. Las obligaciones que se tienen actualmente son demasiada y pueden hacer que los padres pierdan el control al llegar a casa después de un largo día de trabajo. 

- Educación recibida. Desafortunadamente los patrones de violencia tienden a repetirse y cuando un padre fue víctima de la misma durante su infancia, suele educar a sus hijos de la misma forma.

- Búsqueda de desahogo por la violencia recibida. Esto se da cuando uno de los padres ejerce violencia sobre el otro y la víctima se convierte en victimario con los hijos para intentar obtener control nuevamente. Por desgracia, en esta situación nadie tiene el más mínimo control y todos los miembros de la familia resultan afectados.

¿Cómo se ven afectados los hijos de padres violentos?

Es inevitable que los niños que sufren de violencia por parte de sus padres se vean afectados en sus habilidades sociales, pero cada uno desarrollará una personalidad diferente:

- El niño retraído. Es aquel que busca protegerse a través del aislamiento. Estos niños suelen tener una personalidad tímida y pocas habilidades sociales. Suelen ser muy inseguros y de adultos esta situación puede no cambiar demasiado, incluso puede permitir que otras personas le agredan.

- El niño que busca sacar su ira agrediendo a los demás de la misma forma en que fue agredido, o lo es. De adulto puede convertirse en una persona violenta que dañe a quienes le rodeen, repitiendo el patrón.

- El niño protector. Esta característica es común en los hijos mayores, quienes suelen sentir la obligación de proteger a su padre o madre y hermanos víctimas. Al crecer, se pueden convertir en adultos que busquen situaciones conflictivas con la intención de seguir protegiendo.

Los hijos de hoy son los padres del mañana

La violencia intrafamiliar es una situación terrible para quienes la viven, pero en el caso de los hijos es mucho más serio porque los marcará profundamente y puede ocasionar que sean infelices el resto de su vida. 

martes, 3 de septiembre de 2013

¿Quien nos cuida cuando atendemos a un ser querido?




En cualquier familia ocurre. Los seres humanos somos frágiles y en el momento menos pensado un ser querido muy cercano a nosotros podría sufrir un accidente o una enfermedad incapacitante, ya sea temporal o permanente, y correspondernos asumir su cuidado. Asimismo, los miembros ancianos de la familia podrían requerir nuestra atención y asistencia de un momento a otro. 

Siempre es deseable que un enfermo sea atendido por alguien de su entorno afectivo y es algo maravilloso cuando existe esa posibilidad. Sin embargo, hay que reconocer también que, para quien asume esa responsabilidad, esto puede constituir un gran reto, en el cual la vida da un giro que nos cambia la rutina, sacándonos de repente de nuestra zona de comodidad.

Uno de los aspectos que implica el desafío de ser un cuidador es no olvidarnos de nuestras propias necesidades físicas y emocionales.

Víctor Frankl, el psiquiatra sobreviviente del horrendo Holocausto nazi dijo que lo que no nos pueden quitar ni las más terribles circunstancias de la vida es “la elección que se hace respecto a cómo vivir y enfrentar lo que nos pasa”. Esto quiere decir que, aunque no siempre lo comprendamos, realmente tenemos la libertad de elegir qué vamos a hacer con lo que la vida nos pone enfrente.

Al principio, una situación inesperada y dolorosa nos produce un impacto, así como confusión y shock, y eso es lógico porque son muchas las cosas nuevas que tenemos que aprender a manejar: la rutina, las limitaciones y el torbellino emocional que experimentamos al ver a nuestro ser querido en esas condiciones, así como al caer en cuenta del cambio que ha ocurrido en nuestra vida cotidiana.
Sin embargo, una vez superada la conmoción inicial y establecida la nueva rutina, llega el momento de definir nuestra actitud existencial. ¿Qué opciones tenemos?

No aceptar la situación implica sentimientos de rabia, frustración, tristeza e impotencia. Aunque es humano sentirse agobiado y resistirse frente a una contrariedad, si esta actitud de resistencia se mantiene en el tiempo, el resultado será estrés crónico y desgaste emocional, que afectarán nuestra salud, así como nuestra capacidad de cuidar al otro.

Aceptar la situación como una obligación moral sería una aceptación superficial, a medias, ya que estaríamos divididos entre el querer y el deber, y esto implicaría asumir la tarea sin entusiasmo ni corazón, con lo cual no estaríamos haciéndonos un favor a nosotros mismos ni a la persona objeto de nuestro cuidado.

Aceptar la situación como una oportunidad para crecer y salir fortalecidos sería la actitud más sabia, que nos ayudaría a aligerar las cargas y a mantener el ánimo elevado. Si logramos, a pesar de lo exigente de la situación, conservar la armonía interior, podríamos irradiar ese estado a nuestro ser querido y así beneficiarnos ambos.

¿Cómo cuidarnos?

No es raro que un cuidador, inmerso en su rol de dar atención a su ser querido, se descuide a sí mismo y llegue a un peligroso nivel de agotamiento de sus fuerzas físicas, emocionales o ambas. Hay algunas claves para evitar que el desgaste nos impida poder seguir cumpliendo nuestra labor de cuidadores:

• Reconocer nuestras limitaciones: entender que no podemos hacerlo todo y que somos humanos.
• Pedir ayuda material y emocional cuando sea necesario, a nuestros familiares o amigos, ya sea solicitando que nos releven en el cuidado del enfermo o que nos asistan con ciertas tareas como hacer compras o proveernos de algo que necesitamos. Y desde el punto de vista emocional, muchas veces necesitamos “desahogarnos” con alguien que nos escuche compasivamente o que simplemente nos haga reír o distraernos.
• Rodearnos de un equipo de profesionales competentes, como médicos, enfermeras, terapeutas, dignos de nuestra confianza, que posean calidad humana, para poder tener la tranquilidad de que nuestro ser querido está en buenas manos.
• Buscar apoyo psicologico es una buena opción, ya que nos provee un espacio objetivo para ventilar nuestras emociones y para reflexionar acerca del significado de lo que nos está ocurriendo.
• Redescubrir la espiritualidad, cualesquiera sean nuestras creencias, como fuente de inspiración y trascendencia que nos ayude a superar los momentos difíciles, a encontrarle sentido a la situación y a renovarnos constantemente.

Nada ocurre porque sí; debemos extraer un aprendizaje de cada situación que nos toque enfrentar y ¿quién sabe…? Al final quizás descubramos una gran lección de  vida al ponernos en el rol de cuidadores: no solo dedicarnos al cuidado de los demás, sino también aprender a cuidarnos a nosotros mismos.