domingo, 19 de febrero de 2017

Aceptar es el arte de vivir en paz con aquello que no podemos cambiar




Nada hay que perturbe más nuestra tranquilidad de bombardearnos con todo tipo de pensamientos asociados a aquello que no está a nuestro alcance cambiar. Nuestra aceptación no es nuestro fuerte cuando el ego, que lo quiere controlar todo toma el poder, nos inquieta presentando ante nosotros todo lo negativo de una situación, nos atormenta con la idea de sus catastróficas consecuencias y nos tortura con todo lo que pudimos haber hecho de manera diferente para obtener otros resultados.

Esto es lo que debemos hacer antes de sentir culpa, antes de generar en nuestro interior, agentes dañinos, buscando vengarnos de nosotros mismos. Reconocer que hicimos lo mejor que pudimos con los recursos que tuvimos en un momento determinado. Sí, puede resultar duro afrontar las consecuencias de nuestros actos, pero es parte del aprendizaje y mientras más nobles seamos con nosotros mismos, mejor aprovecharemos cada experiencia.

Si es algo que tiene que ver con otra persona, o sencillamente no tenemos alcance a generar cambios, también debemos practicar la aceptación, entender que no todo lo podemos manejar y que las acciones de los demás son su responsabilidad y debemos respetarlas.

La aceptación debe ir de la mano con el perdón, con el dejar ir, todo aquello que nos haga mal, cualquier cosa que nos limite. Es fácil reconocer qué debemos dejar ir haciendo uso de nuestras emociones, que no son otra cosa que cómo reaccionamos a lo que pensamos. Si nos sentimos tristes, asustados, paralizados, furiosos o en cualquier otro estado que no esté acorde a nuestro bienestar, allí hay algo que debemos sanar, indagamos en nuestros pensamientos y revisamos su origen, le restamos validez si podemos, los aceptamos, pero no nos enganchamos a ellos y procuramos cambiar la perspectiva.

Aprende a mirar el futuro con esperanza, sabiendo que tienes muchos más recursos y aprendizaje para transitarlo, vive el ahora con amor, cada segundo es un regalo y es un milagro. Si aprendes a ver la vida con una actitud positiva, rescatando lo bueno de cada situación, cada vez estarás más cerca de ser feliz a pesar de las circunstancias, del pasado y de lo que podría resultar el futuro.
(Fuente: Rincón del Tibet)


miércoles, 15 de febrero de 2017

Quedate con las personas con las que puedes ser autotentico



Hay personas que sacan lo más sincero, genuino y verdadero de nuestro interior, toda nuestra esencia. Son aquellos que profundizan en nosotros, que exprimen nuestra esencia y que nos hacen disfrutar de lo maravilloso que es sentirse bien siendo uno mismo.


Son esas personas que tienen algo que no sabemos definir, que nos invitan a tener plena confianza y a sentirnos con total libertad para comportarnos como queramos y como nos pide el cuerpo en cada momento…

Poder ser uno mismo se ha convertido en una excepción más que en una regla actualmente, lo que ocasiona que muchas veces nos sintamos desubicados. Esto se debe al miedo a que nos juzguen y nos etiqueten, lo que acarrea que al final ocultemos nuestros verdaderos intereses y nos pongamos una máscara para no lidiar con ciertas situaciones.
“Uno no puede ser uno mismo de manera absoluta cuando se está en público, porque estar en público ya te obliga a cierta autodefensa.” -John Lennon-

El valor de la autenticidad

A veces negamos que nos guste cierta música o que estemos interesados en unas aficiones pero no en otras. En otros momentos podemos incluso obviar u omitir información sobre nosotros que nos solicitan o que estaríamos encantados de contar.
De esta manera, poco a poco, vamos dejando de ser nosotros mismos de cara a los demás o incluso en nuestra vida interna, lo que es mucho más grave y más preocupante.

Esto genera un empobrecimiento emocional que nos deja sumidos en una característica mezcla de tristeza, melancolía y desgana. Tiene sus consecuencias en nuestras relaciones, que a su vez se tornan cada vez más insatisfactorias.

Sin embargo, a veces encontramos personas con las que podemos ser nosotros mismos y con las que nos conseguimos sentir realmente bien sin tapujos. Gracias a ese empuje nos permitimos liberarnos de esas ataduras emocionales y empezar a ilusionarnos de nuevo.

Lo cierto es que este tipo de conexiones no abundan, por lo que tenemos que apreciar cada uno de los momentos que vivimos junto a ellos, ya que nos ayudan a contemplarnos y a trabajarnos en esencia.

“La amistad con uno mismo es de suma importancia, ya que, sin ella uno no puede ser amigo de nadie más en el mundo.” -Eleanor Roosevelt-

Sé tú con total libertad

Como hemos comentado, ser uno mismo con total libertad es bastante complicado ya que depende en gran medida de lo cómodos que nos sintamos con los demás. Sin embargo, el verdadero trabajo a realizar nos corresponde a nosotros; es decir, que ser uno mismo requiere de auotconocimiento y por supuesto de motivación para ello. En este sentido, vamos a analizar qué podemos hacer:

- Acéptate, eres una persona única e irrepetible. Es normal que quieras mostrar una versión más deseable de ti a los demás, pero no es necesario. De hecho puede llegar a ser contraproducente ya que nuestra parte más amigable es la natural.
- No te centres en la imagen que los demás tienen de ti, hazlo en cómo tú te consideras. Esto nos ayuda a ser más auténticos y espontáneos.
- Es importante que trabajes para ser cada vez mejor, pero no para parecerte o superar a nadie.

Uno de los retos más difíciles es ser nosotros mismos en un mundo en el que la mayoría está tratando de aparentar ser alguien más. Valorarnos es costoso, pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.

Las bases para estar enamorados toda la vida


En los tiempos que corren, parece difícil que la convivencia se perpetúe. Sin embargo, cuando descubrimos parejas con éxito en su convivencia, se observa que esencialmente se aman. No hay más secreto que el amor. Pero el amor como diría Erich Fromm: «Es todo un arte que hay que aprender y practicar».


Generalmente, cada miembro de una pareja espera que sea el otro el que pueda satisfacer todas sus necesidades y exigencias. Se proyectan unos sobre otros todo tipo de expectativas que generalmente culminan en frustración y conflicto. Parafraseando a Fromm, la mayoría de la gente espera ser amado en lugar de desarrollar la capacidad de amar al otro.

Existen escuelas psicológicas  que se dedican expresamente a la atención de parejas en conflicto. En todas estas escuelas se tratan temas comunes como por ejemplo, mejorar la comunicación, es decir, expresar los sentimientos, tanto positivos como negativos, y aceptar los de nuestro compañero o compañera manteniendo una relación limpia de resentimientos; manifestar constructivamente los desacuerdos, poder negociar y llegar a acuerdos.

Isabel y José María tienen 4 hijos y llevan casados 45 años. El camino recorrido no ha estado exento de problemas: la educación de los hijos, el trabajo de ambos para conseguir un patrimonio que les diera estabilidad, y qué duda cabe, las diferencias personales que llevan a las parejas a pelearse en la batalla cotidiana por disputarse el poder y la razón. Actualmente comparten una agradable vida en común. Parece como si no hubieran discutido nunca, aunque no ha sido siempre así. Ellos son ese tipo de parejas que han sabido expresar sus sentimientos, han compartido todas sus emociones, buenas y malas, han sido sinceros y desde la sinceridad han ido aprendiendo a comprenderse y respetarse mutuamente. Jose Mari decía: «Muchas veces he sentido disgusto contra ella, pero nunca he actuado con rabia, solo se lo he expresado con buenas palabras y casi siempre hemos llegado a un acuerdo».

La antítesis de una buena actitud para la comunicación son: pasividad, indiferencia o el silencio; éstas son refinadas formas de agresividad que hieren en lo más íntimo y que generan heridas difíciles de curar.

Otro aspecto en común de las parejas con éxito está relacionado con el equilibrio entre «dar» y «recibir». Con «dar» nos referimos a dedicarse y entregarse en la relación, como por ejemplo: hacer elogios, regalar y cuidar aquellos detalles que le gustan al otro, apoyar, estar disponible para construir una convivencia en común, entre otras actitudes. «Recibir» significa saber valorar lo que el otro nos da, aceptando que hace lo que puede y sabe, y no desvalorando lo recibido, esperando más o algo diferente.

Establecer bases de confianza mutua, es una actitud de suma importancia. Significa esencialmente crear y aceptar el compromiso de estar en la relación, de entregarse a ella, sin dañarla mezclándose con terceras personas. La fidelidad es un compromiso adulto y consciente, elegido libremente. Pero a lo largo de toda una vida de relación, la sombra de la infidelidad puede estar presente. Parece normal y humano, pero traiciona y destruye un pilar fundamental. Muchas parejas no logran superarlo. Si nos enamoramos de otra persona estando en una relación estable, normalmente hay problemas, o bien personales o bien debido a la dinámica de la pareja. Generalmente la infidelidad está vinculada a crisis de convivencia que no han sido ni expuestas ni superadas.

No es fácil aceptar totalmente a la pareja. Observamos frecuentemente la tendencia a intentar que el otro actúe, piense y sienta lo más parecido posible a nosotros mismos. Esta es una actitud que va minando poco a poco los cimientos de cualquier relación ya que implica necesariamente una descalificación de las características de cada cual, actitud que provoca enfrentamientos y rencores.

Margarita y Julián tienen una experiencia de más de 20 años de convivencia. Al principio Julián se enfadaba cuando su esposa salía a trabajar fuera de casa, ya que provenía de un ambiente donde el «hombre» es quien trae el dinero al hogar. El deseo de mantener este rol familiar estaba creando una disensión grave en la pareja, ya que Margarita sentía desvalorado su trabajo y esfuerzo diarios. Las discusiones pusieron a la pareja en grave riesgo. Julián llegó a darse cuenta de que estaba anteponiendo su concepto de lo que «debe ser una pareja» al amor que sentía por su mujer. Pudo aceptar que ella era diferente de su madre y de las mujeres de su familia, incluso de su entorno familiar y social. Sin duda, hizo un gran esfuerzo, pero supo elegir entre conservar a su amor o sus ideas.

La rutina destruye todo lo que toca en las relaciones de pareja; es un escollo que debe ser evitado a toda costa.

Vicky y Juan son, antes que nada, compañeros. Ambos se conocieron en un club de montañismo. Vicky tuvo la experiencia de sufrir la mala relación de sus padres, quienes además de no soportarse se aburrían en una convivencia pobre y triste. Como consecuencia de esta vivencia, Vicky ha buscado ingeniárselas para pasarlo bien con su pareja. Ambos están pendientes el uno del otro para crear ambientes y actividades que enriquecen sus vidas. Sin duda esto es un esfuerzo que merece la pena.

Lo positivo del paso del tiempo es que nos regala «madurez» para saber aceptar progresivamente las diferentes etapas por las que atraviesa una pareja.

En los primeros momentos de la relación se crea una especie de simbiosis. Algunos autores denominan estos comienzos como la «luna de miel» en la que ambos se funden olvidándose del mundo. Estas primeras etapas, llenas de pasión dan paso, poco a poco, a estados emocionales diferentes y no por ello menos intensos y ricos. Quienes pueden nutrir la pasión con gestos de ternura y sin exigencias tienen el camino abonado para una convivencia plena y grata.

Rafael tiene 75 años, enviudó hace cinco. Para él, lo más destacable de la convivencia con su esposa fue la ternura con la que siempre vivieron. La fogosidad de los primeros años fue calmándose a lo largo del tiempo, pero supieron adaptarse y, en las últimas etapas, nunca faltó el cariño y la ternura con lo que pudieron paliar perfectamente sus necesidades sexuales.

Una placentera sexualidad es imprescindible en una relación a largo plazo, pues es el reflejo de un intercambio profundo e íntimo, y representa que es placentero para ambos. Puede no existir una exuberante manifestación sexual, cada pareja tiene sus necesidades diferentes, pero si por las razones que sean, no hay sexo o éste es escaso, que nunca falte la ternura y el cariño.

Otra asignatura del «arte de amar» es crear una relación basada en la empatía.

Si la pareja se establece sobre el amor, sin duda, ambos compañeros pueden sentirse seguros para poder compartir los puntos débiles, y el compañero mostrará una actitud de protección, respeto, en total ausencia de crítica o mala intencionalidad. Debe ser una danza equilibrada en la que uno puede sentirse inseguro en un momento dado y ser protegido, y en otro momento cambiar el rol y apoyar en su debilidad al compañero. De este modo se crea un ambiente de intimidad que posibilita una profunda y fuerte conexión. Es difícil que una pareja se destruya fácilmente si comparte sus puntos vulnerables.

Demostrar admiración mutua, ser cómplices, hacer balance positivo de la relación, ayudarse a ser independientes, ser sinceros, reír juntos, echar mano del sentido del humor en situaciones difíciles, decir «te quiero», cuidar los espacios para disfrute de la pareja, jugar y disfrutar del sexo, pedir demostraciones de afecto sin exigencia, dar afecto sin chantaje, también son buenos recursos para llegar a ser una pareja longeva. En cualquier caso, conseguir crear y fomentar todas estas actitudes no solo es todo un arte, también es la mejor forma de afirmar que el amor existe, pues de otro modo no será posible.
(Fuente: Victoria Artiach)

sábado, 11 de febrero de 2017

Hay 1.000 manera de decir "te quiero"



Está muy próximo el día de San Valentina, el día de los enamorados, que mejor momento para preguntarnos como expresamos nosotros el amor.
Esas dos palabras tan simples, pero que nos cuesta tanto decir, pueden expresarse de diferentes formas: a través de un abrazo, preocupándose por el otro, cocinando una comida favorita, yendo al cine a ver una película que no nos guste, etc. Así, un te quiero es un abrazo, un tiempo en silencio, preguntas que le demuestran al otro que le escuchamos o echar una mano cuando la persona a la que queremos se siente agobiada.

Un sentimiento se pueden mostrar tanto con hechos como con palabras. Sin embargo, solemos creer que solo a través del lenguaje se puede “hablar” de un sentimiento. Algo que no es cierto, porque si prestamos atención a las actitudes del otro nos podremos dar cuenta de lo que realmente siente. Existen miles de maneras de decir “te quiero” sin necesidad de usar esas dos palabras.

Lo que implica un "te quiero"

Cuando estamos en una relación de pareja recién iniciada y ya nos hemos llevado unos cuantos palos en esto del amor, tardamos algo de tiempo en revelar nuestros verdaderos sentimientos. Comenzamos con un tímido “me gustas” y solo decimos te quiero cuando estamos muy seguros de nuestros sentimientos.
Estar expuestos da la sensación de que somos vulnerables, sensibles e incluso “cursis”. Así, además de protegernos, parece que revelando nuestros sentimientos no ponemos al otro en el compromiso de decir que los comparte. Así es como empieza y se mantiene el silencio y así siguen pasando los días, las semanas o los meses.
Si bien cada persona tiene sus tiempos para decir “te quiero”, lo cierto es que esas dos palabras guardan en su interior mucho más que afecto. Simbolizan un compromiso, una apuesta, un paso que quizás aún no estamos dispuestos a dar, pero que muchas veces nos gustaría.

¿Cómo decir te quiero sin usar esas palabras?

No estamos hechos de piedra ni somos robots sin sentimientos. Así, que no nos animemos a expresarlos con palabras es otro tema completamente diferente. Tal vez creas que la única manera de decirle a tu pareja, a tus padres, a tus amigos  que los quieres mucho es con las “dos palabras mágicas”.
Sin embargo, existen miles de formas distintas de demostrar el afecto, el cariño y el amor. Se basan en las actitudes que tenemos hacia los demás, en cómo nos preocupamos por ellos y queremos que estén bien. Las acciones del día a día pueden expresar más lo que sentimos que pasarnos al otro extremo y pronunciar “te quiero” continuamente.

¿Cómo ha estado tu día?”, Conduce con cuidado”, “No olvides llevar una chaqueta”, “He preparado la lasagna como a ti te gusta”, “Elige tu la película”, “¿Has dormido bien?”, “Yo me encargo de llevar a los niños”, “Quédate en la cama y te llevo el desayuno”, “Qué bien te queda esa falda”, “Compré las galletas que te gustan”, “¿Quieres que te lleve en el coche?”, “Has hecho un excelente trabajo”, “Qué deliciosa está la cena”… y la lista podría continuar.

¿Has visto de qué manera tan sencilla podemos demostrarles a los demás que les queremos? Las acciones son tan valiosas como un “te quiero” repetido entre temores y prejuicios. Seguro conoces el refrán popular que indica “una imagen vale más que mil palabras”. En este caso diríamos “una buena actitud es buena y mejora cuando la acompañamos de dos simples palabras y de acciones que reflejan lo que estas expresan”.

No te sientas avergonzado  de decir estas dos palabras milagrosas, únicas y maravillosas. Te sentirás realmente feliz y harás feliz al otro. Pero también recuerda que “las palabras son débiles frente al viento” y que para que contribuyan a los cimientos de una relación deben estar acompañadas de hechos.

“Te extraño”, “Cuídate”, “Que tengas buenas noches”, “Estaba pensando en ti”, “En el horno hay comida lista”, “Avísame cuando llegues a casa”, “Lleva paraguas”, “¿Te preparo un café?”… 
¿De qué manera dirás “te quiero” hoy?
(Fuente:La mente es maravillosa)