martes, 28 de marzo de 2017

Pautas para una buena adolescencia




Cuando tienes un hijo/a en la cima de la adolescencia,  en esta etapa de cambio a la adultez palabras como CEDER, ACOMPAÑAR, NEGOCIAR, DIALOGAR, EMPATIZAR, ESTABLECER LIMITES, ESCUCHAR, OBSERVAR, SER ASERTIVOS pasan a un primer plano en la educación.

Y aunque lo que te voy a aconsejar parezca un sinsentido, les hemos de acompañar a la vez que les dejamos la cuerda más suelta (siempre a cambio de responsabilidad, en mi casa funciona así). Les hemos de dejar tomar pequeñas decisiones (controlables, medidas y consensuadas entre los padres) para que aprendan que en función de las mismas hay unas consecuencias u otras que se deben asumir; pero ojo… que no somos bomberos y si se equivocan hemos de ser fuertes para no solucionarlo ni gestionarlo nosotros, sino que debemos hacerles ver que son responsables de sus actos, con cariño y acompañándoles.
“Hemos de ser firmes, pero con cariño y hacer un máster en negociación.”

Para marcar límites el primer paso es escuchar a los hijos, algo que muchas veces no se hace, sin forzarles a comunicarse pero creando entornos que inciten a ello….. y yo añadiría escuchar los silencios.

Los silencios hablan por sí solos, lo único es que hay que saber leerlos e interpretarlos así como respetarlos…. A los padres nos cuesta mucho e incluso nos cabrea a veces. Los adolescentes suelen encerrarse en mutismos incomprensibles y cambian de estado de ánimo sin causa aparente a nuestros ojos. Por eso remarco de la importancia de saber leerlos…. Porque los silencios pueden hablar incluso gritar. Los gritos silenciosos son llamadas de atención y de socorro por parte de los adolescentes….y si no se saben ver, oír, escuchar e interpretar…….puede que lleguemos demasiado tarde”.

Confianza y control

Confianza y control es una dualidad a veces un tanto difícil de gestionar pero que creo que es básica tanto para el ambiente en casa  como para la autoestima del adolescente.

Siempre digo que a ser madre y padre se aprende ejerciendo como tales. No hay un manual para educar a tu hijo y es que aunque lo hubiera, tampoco sería bueno del todo…. porque si hay algo maravilloso en esto de la maternidad/paternidad es aprender con nuestros hijos.

No descuidemos sus emociones, que en la mayoría de ocasiones, los padres no somos conscientes de que nuestros hijos adolescentes continúan necesitando de nuestra “ayuda”, emocionalmente hablando.

“La adolescencia es un tiempo esencial de intensidad emocional, implicación social y creatividad”

sábado, 11 de marzo de 2017

No esperes nada de nadie, espéralo todo de tí




En ocasiones, solemos poner expectativas muy altas en determinadas personas. Es algo inevitable y una costumbre que practicamos todos nosotros de un modo más o menos frecuente: pensar que tu pareja debe apoyarte en todo lo que haces sin discrepar, esperar que tu familia resuelva todos tus problemas o que tus amigos, estén ahí cada vez que los necesitas.
Establecer unas expectativas muy altas en quienes nos rodean, es también un modo de coacción, casi una obligación moral a que cumplan nuestros deseos. Es un modo de vetar sus libertades, cuando en realidad, de quien debemos esperarlo todo es de nosotros mismos.

Pasamos gran parte de nuestra vida “esperando cosas”, y que las personas, actúen a su vez de acuerdo a lo que pensamos de ellas. No obstante, no somos del todo conscientes que “esperar” es en ocasiones sinónimo de “desear”, y ahí está implícita una pequeña manipulación.

Siempre será mejor que las personas que forman parte de nuestra vida actúen con plena libertad y con voluntad propia. Si hacen algo por nosotros es porque así lo han querido desde lo más profundo de su corazón, y como tal, lo agradecemos, pero si no lo hacen, no es algo que deba preocuparnos u obsesionarnos.
Es de nosotros mismos de quien hemos de esperarlo todo, tú quién debes ser capaz de resolver tus problemas sin “someter” a otros a dicha obligación, tú quien debes afrontar tus miedos y no proyectarlos en los demás….

El peligroso poder de las expectativas

“No esperes nada de nadie, espéralo todo de ti”. Es posible que esta afirmación te haya parecido algo contundente. No obstante, estamos seguros de que te habrás identificado en alguna situación en la cual, esta idea describe muy bien lo ocurrido. Las personas creamos expectativas diariamente y en cada momento, y dentro de estas expectativas, se inscribe además cierta ilusión.

Puedes crearte unas expectativas muy concreta sobre tu pareja: el que siempre estará contigo, el que no renunciará a nada por ti y serás siempre su mayor prioridad. Sin embargo, están a punto de llegar las vacaciones y te comunica, por ejemplo, que quiere ir a un viaje con sus amigos/as. Una parte de ti no puede evitar sufrir una gran decepción, una pequeña parte de tus expectativas se han fragmentado y no sabes cómo afrontarlo.

¿Significa esto que tu pareja no te quiere? En absoluto. Se trata simplemente, de que tú mismo/a te habías construido unos esquemas demasiado idealistas. En este caso el riesgo ha estado en esa expectativa en la cual, se había instalado una anticipación, y además, se había predicho varios acontecimientos futuros que ahora empiezan a fallar.

Las personas tenemos una tendencia casi natural a anticipar hechos, y a atribuir suposiciones sobre los demás a través del “yo espero”, “yo deseo”. Y cuando algo falla, aparece la desilusión y sobre todo la decpeción ¿Y sabes en qué se inscribe y de qué se alimenta la decepción la mayoría de las veces? De expectativas muy concretas y esperanzas en las que habíamos instalado una “certeza” demasiado elevada.

Nunca des nada por sentado, la decepción será menor siempre y cuando evites las altas expectativas y los apegos exagerados, y a su vez, seas capaz de ofrecer libertad a los demás. Espéralo todo de ti, porque tú eres el artífice de tu propia vida.

Huye de las certezas, acepta lo imprevisto

Sabemos que cuesta, sabemos que no es fácil aceptar que la vida es cambiante, que quien te quiere hoy puede que ya no te necesite mañana, que quien ahora te apoya puede que dentro de una hora no piense lo mismo. ¿Cómo afrontar tantas incertezas cotidianas? Ten presente de nuevo esta frase “No esperes nada de nadie, espéralo todo de ti”.

Manteniendo el equilibrio y siendo el mástil de tu propia vida, porque eres tú esa persona en la que siempre debes confiar en primer lugar, tú quien debes resolver tus propios miedos y llenar tus vacios. No amarres a nadie a esa obligación, a tener que solucionar tus cosas o a ser el esclavo de tus expectativas por miedo a decepcionarte en algún momento.

Deja que te quieran en libertad y sin sometimientos, permite que hagan cosas por ti si así lo desean, y si no lo hacen, no los sanciones ni te hundas, déjales ser como quieran que sean. Sé tú como quieres ser, aprende andar por el mundo con seguridad y con madurez, construyendo tu propia felicidad con respeto a los demás. Espéralo todo de ti y vive en armonía con los demás.

(Fuente: Valeria Sabater)

martes, 7 de marzo de 2017

¿Tienes mala suerte en el amor?



¿Cuántas veces has pensado que tienes mala suerte en el amor?

¿Y si te digo que no es mala suerte? Que eres tú, que no eliges a las personas adecuadas, que te precipitas y te emocionas antes de conocerlas, que te dejas llevar solo porque le gustas, que alargas demasiado lo que ya no funciona, que la necesidad te bloquea los sentidos y que no eres capaz de pararte a pensar qué te gusta de una persona y si esa persona lo tiene de verdad.

Al final eres tú el que te metes donde no debes y luego te lamentas.

Siempre hay una vocecita que te dice… “esto no me gusta”, pero la apartas para seguir con la inercia de “mejor esto que solo/a” o “mejor ésto que nada”.

Si cuando nos diéramos cuenta de que algo no va a funcionar, nos fuésemos sin más, no tendríamos tanta mala suerte en el amor.

¿Por qué nos quedamos a pesar de saber que algo no funciona?

¡Cuánto miedo tenemos a estar SOLOS!

Sin ese miedo seríamos capaces de elegir a nuestras parejas de forma más positiva. Sin ese miedo terminaríamos las relaciones en el momento justo de escuchar la vocecita que te avisa de que algo no funciona.

Pues claro que da miedo estar sin pareja, que no es lo mismo que estar solo. Has de cuidar de ti mismo, has de mimarte, has de tomar tus propias decisiones, has de buscarte la vida para quedar con gente, has de llegar a casa y ser capaz de distráete sin nadie… Es toda una aventura ser independiente y autosuficiente. Una buena y bonita aventura que la mayoría de personas se empeñan en saltarse y cuando  se quedan solos… necesitan tanto volver a tener a alguien que cualquier alguien les vale. NO, NO y NO. Hay que disfrutar también de conocerse, de pensar en uno mismo, de no tener obligaciones ni ataduras, de disfrutar de una pequeña parcela de soledad.

Fomenta tu autoestima porque tú vales mucho, aún sin pareja

¡Cuánto miedo tenemos a sentir que hemos FRACASADO!

¿Por qué sentimos que una ruptura es un fracaso?

Nunca es un fracaso una relación que te ha hecho feliz.

Quizás deberíamos empezar por no creer tanto en el amor para toda una vida, que por supuesto existe, pero no es lo más común. La razón es porque  las personas cambiamos mucho a lo largo de la vida y a veces resulta complicado que dos personas evolucionen a la vez.

Si el tiempo que has estado en  pareja has sido feliz… ya hayan sido tres meses, dos años o quince, no puede ser considerado un fracaso solo porque se rompa la relación. Son cambios en tu vida, puertas que se cierran y ventanas que se abren, opciones, alternativas. Cuando una relación termina, solo termina eso, una relación, no termina tu vida, ni termina tu equilibrio, ni termina tu estabilidad.

Con ello no quiero decir  que no haya que trabajar por mantener una relación, por supuesto que sí, pero ninguna relación vale tanto como para que te dejes la vida en ella. El amor hay que disfrutarlo y no padecerlo.

La mala suerte en el amor no existe
Empieza por ser sincero contigo mismo y pregúntate:

1. ¿He pasado de una pareja a otra sin espacio entre las relaciones?
2. ¿He estado en relaciones donde sabía que no era feliz?
3. ¿Me he sentido inseguro, solo y triste estando sin pareja?
4. ¿Cuantas veces he elegido yo y cuantas veces me han elegido a mi?
5. ¿Tienes claros los valores que ha de tener la persona que te guste?

Una vez te hayas contestado, reflexiona sobre cuales pueden ser los motivos que te llevan a tener miedo a estar solo y los motivos por los que no eres capaz de terminar las relaciones que te hacen infeliz.

No te puedo dar una fórmula mágica para que dejes de sentirte así. Solo puedo decirte que tu miedo no es real. Que cuando estés sin pareja, asumas el hecho de llegar a casa y que no haya nadie y si te apetece compartas piso, que salgas más a menudo con amigos o que aprendas a disfrutar de una película en el sofá de tu casa… y que sobretodo y ante todo dejes de creer que la felicidad es exclusiva de los que tienen pareja.

Me dirás la teoría la sabemos todos, difícil está en la práctica. Pues sí. Ser capaz de ponerlo en práctica es lo que marcará la diferencia. El miedo se tiene siempre, pero si eres capaz de hacerlo a pesar del miedo, llegarás a dejar de tenerlo para darte cuenta de que en realidad NO PASA NADA. No pasa nada si estás sin pareja y no pasa nada si decides terminar con una relación. Somos más fuertes de lo que pensamos. La única fórmula mágica es ser valiente. Valiente para tomar decisiones y valiente para no dramatizar.

Así que la próxima vez que sientas que el miedo está tomando las decisiones por ti, pregúntate si permites que el miedo te atenace o tomas tú las riendas de tu vida.


domingo, 5 de marzo de 2017

Pensar que no eres mejor que nadie, ya te hace mejor que muchos


Ser mejor persona no debe hacernos creer que debemos ser mejor que nadie. La referencia seremos siempre nosotros mismos.
Seguramente también tú conoces a alguien que, por su actitud, comportamiento y modo de relacionarse, demuestra precisamente esa incómoda sensación de que siempre pretende ser mejor que tú.

Cuando no necesitar ser mejor que nadie nos hace mejor que muchos


A día de hoy se está dando una curiosa tendencia que los expertos etiquetan como “materialismo espiritual”. Se trataría de ese interés actual por alcanzar un autoconocimiento tan elevado de nosotros mismos.
Ese punto en el que muchos acaban alejándose de los demás.

En esa búsqueda por atendernos, por cuidar de nuestra autoestima y de ser cada día más fuertes y mejores, hay quien tergiversa un poco los conceptos y lo enfoca de modo erróneo: aspira a ser mejor que todos aquellos que le rodean.

Es pues necesario enfocar de forma adecuada esta idea. Podemos desarrollar nuevas estrategias para fortalecer nuestra autoestima, para enriquecer nuestras relaciones y alcanzar mayores logros, pero nunca a costa de sobrepasar a los demás o aparentar ser mejor que nadie.

La personalidad humilladora

Quien practica la soberbia, quien necesita competir y aparentar superioridad, en su interior suele esconder en realidad una baja autoestima.
El placer de aparentar “superioridad”, de mostrar unas aptitudes mejores e incluso de humillar al resto con esa actitud prepotente, les sirve muchas veces para complacer su bajo autoconcepto y reforzarlo.
En nuestro círculo social, en el trabajo, entre nuestros amigos o familiares, siempre tenemos a la clásica persona que suele utilizar la ironía o la burla para ridiculizar al resto, y así, evidenciar sus mejores aptitudes, su capacidad de ser mejor que nadie.
Asimismo, también suele ocurrir lo contrario. En ocasiones, también podemos encontrar esas personalidades a las que les gusta ir de víctimas.
“Son las que más sufren”, las que mejor entienden qué es el rechazo, qué es el sentirse apartados o poco valorados.
En el fondo, son reversos de una misma cara donde ahonda una misma dimensión: un bajo autoconcepto con el cual enfrentarse a los demás para sentirse reforzados, ya sea mediante la humillación o el descrédito.

La humildad de no desear ser mejor que nadie

Nadie debe necesitar ese afán de competición o de superación personal para alzarse como el mejor, si con ello lo que ocasiona es sufrimiento o humillación al resto.

- El mayor placer reside en superarse a uno mismo, en ser mejor persona cada día tomando como referencia nuestras propias necesidades, y nunca las debilidades de los demás.
- Si ayer nos sentíamos inseguros, si no confiábamos en nuestras capacidades para aspirar a ese trabajo, para relacionarnos con esa persona que nos atrae, y hoy ya lo hemos logrado, hemos conseguido, por tanto, “ser mejores”.
- Es ahí donde reside nuestra grandeza: lograr crecer y mejorar cada día tomándonos a nosotros mismos como reflejo y no a los demás. Porque quien vive obsesionado con aparentar, con competir y desafiar, se olvida de sí mismo.
- Quien busca ser mejor que nadie no es humilde. La humildad es esa aspiración que deberíamos saber aplicar cada día en cada una de nuestras obras, en cada uno de nuestros comportamientos.
- La humildad, lejos de ser debilidad o claudicación ante los demás, es la mejor de las fortalezas. Ello se debe a que nos permite en primer lugar tener un buen autoconocimiento de nosotros mismos para, después, aceptarnos.

Mejorar cada día como personas

Una vez nos aceptamos, nuestro mayor propósito no será otro más que seguir creciendo como persona y ser mejores cada día para aspirar a esa felicidad de las pequeñas cosas que tanto nos enriquece.
Además, el ser mejor revierte en quien nos rodea.
Para concluir, sabemos que si a algo hemos de acostumbrarnos es a esas personas cuyo corazón está habitado por la vanidad y el orgullo. Lejos de enfadarnos, de aumentar nuestra rabia o desprecio, hemos de pensar que no merece la pena cultivar emociones negativas.
- Lo ideal es aceptarlas tal y como son, marcar límites y alejarnos. El éxito real y auténtico no reside en alzarse como mejor que otros en un acto de soberbia.
- El triunfo más noble está en aceptarnos tal y como somos y, a su vez, respetar a los demás aunque no compartamos sus creencias, sus comportamientos.

Las recompensas siempre llegan al final, con el adecuado bienestar interior o, por el contrario, con la sensación de que nuestro afán competitivo nos ha llevado a una indeseada soledad.
(Fuente: Mejor con salud)