domingo, 26 de enero de 2014

¿Mi hijo es inteligente?

( Este post ha surgido a raíz de una conversación con un grupo de amigas en la que una de ellas manifestó el sufrimiento de su sobrina y toda la familia ante el temido fracaso escolar)

Clásicamente se ha definido la inteligencia como la habilidad para responder a las cuestiones de los famosos tests de Coeficiente Intelectual , que principalmente evalúan las inteligencias lógico-matemática y verbal. Atendiendo a esta puntuación se clasifica a las personas, determinando si están en torno a la media o bien por debajo o por encima de ella. Según esta perspectiva, dicho resultado artificialmente creado es el único capaz de reflejar la inteligencia, que consideran innata en cada individuo y relativamente estable a lo largo de su ciclo vital.

Aunque éste es el modelo adoptado por el sistema educativo, algunos estudiosos lo consideran excesivamente restrictivo. Según Howard Gardner psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard todos poseemos varias formas de inteligencia independientes entre ellas y susceptibles de ser entrenadas. Algunas las poseemos más desarrolladas y otras menos, creando así nuestro perfil personal de inteligencia. Para este autor la brillantez académica no lo es todo: más bien interesa conocer cuál es nuestro potencial personal y explotarlo al máximo para optimizar nuestro desarrollo personal y profesional.

Pasemos a describir las siete inteligencias propuestas por Howard Gardner:

- Inteligencia lingüística-verbal: habilidad para hablar y escribir eficazmente, comprender la lectura fácilmente, mantener conversaciones complejas y usar un amplio vocabulario.
- Inteligencia lógico-matemática: capacidad de resolver problemas mediante lógica, realizar cálculos matemáticos con destreza e investigar por medio de hipótesis científicas.
- Inteligencia espacial: facilidad para orientarse espacialmente, utilizar mapas, dibujar esquemas y rotar objetos mentalmente, visualizándolos desde diversas perspectivas. Suele desarrollarse en fotógrafos o arquitectos.
- Inteligencia musical: habilidad para componer melodías, seguir ritmos, tocar instrumentos y analizar música.
- Inteligencia corporal-kinestésica: capacidad de utilizar el cuerpo en movimiento para expresar emociones (danza), competir (deportes) o crear (artes plásticas); facilidad para realizar actividades que requieran fuerza, rapidez, flexibilidad, coordinación y/o equilibrio; habilidad para usar las manos con precisión (por ejemplo: cirujanos, escultores).
- Inteligencia interpersonal: habilidad para percibir en las demás personas sus emociones, intenciones y estados de ánimo; capacidad de empatizar y relacionarse socialmente con éxito.
- Inteligencia intrapersonal: facilidad para reconocer las propias emociones y regularlas adecuadamente, controlar nuestra conducta y dirigir nuestros pensamientos. Esta inteligencia implica autoconocerse y saber trabajar con uno mismo en la intimidad personal.

¿Qué educación le estamos dando a nuestros hijos?

Esta información nos dirige hacia otro punto interesante: ¿qué educación le estamos dando a nuestros hijos? No todos aprendemos de la misma manera, por lo que es necesario personalizar lo más posible el aprendizaje, centrándonos en el potencial personal de cada alumno y entrenando todos sus tipos de inteligencia por igual. ¿Cómo hacerlo? Evaluando los perfiles de inteligencia de los estudiantes y diseñando, a partir de ellos, actividades innovadoras que permitan a cada aprendiz asimilar la materia a partir de sus capacidades, aprovechando especialmente sus puntos fuertes.
Mientras el sistema educativo está en proceso de cambio, en casa puedes comenzar con los primeros pasos. 
Howard Gardner aconseja a los padres que prestan  mucha atención a sus hijos y averigüe qué es lo que les interesa y les apasiona y de ahi partir para motivarles e ilusionarles por aprender,  sin proyectar en ellos nuestras  prioridades, pasiones ni debilidades.

sábado, 25 de enero de 2014

Mirando hacia adelante



Caminando por la vida siempre hay esos días en que las decisiones tienen que ser tomadas, en que las elecciones son difíciles, las soluciones no se muestran y parece que las lluvias atrasan tu marcha.

Existen algunas situaciones donde todo lo que puedes hacer es simplemente dejar que sucedan, y proseguir reuniendo fuerzas, buscando otras direcciones que puedan llevarte hacia una nueva aurora.

Es hora de empacar tus problemas y dar un paso al frente. Un proceso de cambio muchas veces es duro, pero piensa en la alegría que puede ser encontrada más adelante si eres lo suficientemente valiente.

Pueden existir aventuras que nunca imaginaste esperándote en la próxima curva. Deseos y sueños pueden estar muy cerca de la realización en formas que aún no logras entender.
Es posible que encuentres nuevas amistades que harán brotar nuevos intereses en cuanto salgas de esa inercia. Podrás aprender que la vida ofrece muchas opciones y muchas formas de crecimiento.
Tal vez vayas a conocer lugares que nunca imaginaste que existieran y veas cosas que nunca viste. Tal vez viajes para maravillosos y distantes mundos, tomando promisorios atajos por el camino.
Puede ser que encuentres calor, afecto y cariño, tal vez un “alguien especial” estará allá para ayudar a equilibrarte, oyendo con interés las historias… y los sentimientos que quieres compartir.
Es posible que te confortes al percibir que hay amigos que pueden apoyarte en todo lo que haces. Cree que, sea cual fuera tu decisión, ellos podrán ser la elección correcta para ti.

De modo que ve dando un paso cada vez, viviendo la vida un día cada vez. ¡Hay una estrella más brillante allá en lo alto del camino!
No mires hacia atrás…. ¡Tu no estás yendo en esa dirección!
(Fuente: Irene Villa)

viernes, 17 de enero de 2014

Gestiona tu cara y gestionarás tus emociones


De los siete secretos para ser feliz del Doctor Mario Alonso Puig el primero es:

Gestiona tu cara y gestionarás tus emociones.

El lugar del cuerpo humano donde hay más receptores de emociones es la cara.

Si estás enfadado y sonríes, la sonrisa tiene la capacidad de "engañar" al cerebro porque por un lado siente enfado y por otro está sintiendo o creyendo que siente alegría.

Lo primero y más importante es que la clave es el entrenamiento, la práctica, de la fortaleza mental. Así  como una persona que se prepara para una prueba deportiva  tiene que entrenar, si queremos ser felices tenemos que ser constantes, trabajar y entrenar duro a nuestro cerebro.


- Deberes: durante una semana sonríele a todo el mundo, sobre todo a la gente que no te cae expecialmente bien.


"Cuando cambiamos la forma de ver las cosas, las mismas cosas cambian."

jueves, 16 de enero de 2014

Nuestros temores son monstruos de paja


He aprendido que nuestros temores son monstruos de paja. Si los negamos, permanecen en el sótano, saboteando secretamente nuestra vida y empujándonos a huir de nuestros sueños. Pero si les hacemos frente e invitamos a estos monstruos horribles a subir a tomar una taza de té ( si es que llegamos a conocerlos) nos damos cuenta de que eran mucho mas pequeños de lo que pensamos al principio. Del mismo modo que una sombra se desvanece bajo la luz del sol, un temor empieza a evaporarse bajo la luz de a conciencia humana.

Verás, las cosas a las que opongamos resistencia persistirán. Y si nos negamos a hacer el trabajo interior que se requiere para ver nuestros temores y luego analizarlos, siempre nos gobernarán. Pero si tenemos el valor de autoexplorarnos y conocer nuestros temores, pasarán por nosotros y luego serán liberados. En efecto, las cosas a las que opongamos resistencia persistirán. Las que acojamos de buen grado las superaremos inevitablemente. 
(Fuente: Robin Sharma)

sábado, 11 de enero de 2014

Llorar y consolar


La mayor parte de las veces, cuando hemos visto a alguien llorar, en algún momento de nuestras vida hemos sentido empatía por esa persona más aún si su relación con nosotros es estrecha. 
Supongo que el lloro, una de las ventajas evolutivas que tiene (aparte de expulsar la tensión interna y segregar sustancias para devolver al cuerpo a su equilibrio) es mover al grupo que te rodea a cuidarte y tenerte en especial estima, es una alarma que hace que los demás sientan que estás en un estado más delicado (que no débil), que te apoyen y acompañen en ese momento difícil, que aumente la empatía hacia ti.
Pero cuando sentimos esa empatía ante el llorar de otra persona, también nos hemos puesto nerviosos. ¿Qué hacer? ¿Cómo calmar a esa persona? ”Tengo que hacer que pare de llorar” es el primer pensamiento casi inconsciente y que salta como resorte en nuestra mente. Supongo que es un impulso también natural.
No se si os habéis dado cuenta de la curiosa contradicción. En ese momento, tratamos muchos de nosotros por todos los medios de que la otra persona deje de llorar… ¿por qué? Pienso que porque nos pone muy nerviosos el no saber que hacer… el pensar que no podemos o no sabemos ayudar… así que aunque nos parezca que tratamos de parar ese llanto por beneficiar a la otra persona, muchas veces lo estamos haciendo justamente por APLACAR NUESTRA VOZ INTERIOR que nos impele a “hacer algo” para que las lágrimas dejen de brotar en esa otra persona, para eliminar su estado de tristeza que nos incomoda. O sea que aunque pensamos que lo hacemos por la otra persona, lo estamos haciendo quizás para CONSOLARNOS A NOSOTROS MISMOS y que pare nuestro nerviosismo ante esa situación que estamos viviendo.
Hace unos años vi en la televisión un reportaje sobre médicos sin fronteras acerca de su labor en un país de América latina del que no recuerdo el nombre. Esos médicos contaba que entre algunas madres solteras, jóvenes y/o pertenecientes a familias desestructuradas… se solía dar el trágico caso de que al cuidar de sus bebés, muchos de estos morían prematuramente porque sus madres, inexpertas e iletradas en muchos casos… solían tapar la boca de sus hijos mientras estos vomitaban… ellas, al verlos vomitar, temían que se les estuviera saliendo por la boca algún fluido o parte vital de su cuerpo… sin saber que eso era justo lo que el bebé necesitaba para librarse de lo nocivo y dañoso. Así que el miedo de la madre y las ganas de ayudar a su querido bebé era precisamente lo que estaba matando a estos. En esos casos, la labor de los médicos era en la de educar a las madres embarazadas o con recién nacidos y comentarles que lo que simplemente tenían que hacer, en esa situación, era colocar a sus hijos de forma que pudieran vomitar si lo necesitasen, para que quedaran relajados y posteriormente revisar que era lo que comieron que les había sentado mal para poder encontrar las causas del vómito.
Algo así podría extrapolarse, aunque aparentemente de manera mucho menos trágica, al tema de la tristeza y el llorar. No pienso que a nadie se le ayude en esos momentos diciéndole frases tópicas como:
  • “Vamos, no pasa nada, no es para tanto” (claro que pasa… para mi si pasa sino no estaría llorando. Diciendo eso solo estas haciendo que me ponga peor porque siento que no se me comprende, que no debiera estar triste, llorar o que las razones de mi lloro son banales).
  • “Has de ser fuerte” (o sea, que si lloro es porque soy una nenaza, un malcriado, un debilucho/a… pues si que me estas reconfortando…).
  • “Los hombres no lloran” (¿desde cuando?)
No pienso que haya que culpar a nadie por esas frases, supongo que son lo primero que te viene a la mente cuando eres inexperto y te sientes confuso ante el estado de shock que es para ti encontrar a alguien llorando. Aunque si realmente deseas ayudar, LO IMPORTANTE ES ACOMPAÑAR, simplemente ESTAR en silencio y calma junto a la otra persona, escucharla (claro está si ella lo desea ya que no es beneficioso forzar situaciones) y ayudarla a ver a través de nuestra reacción que estar triste y llorar es una emoción más, totalmente aceptable y necesaria, que a todos nos ocurre en algún momento de nuestras vidas, que no hemos de repudiarla o avergonzarnos de ella y que está bien que podamos echar de vez en cuando todo eso que nos acongoja por dentro hacia fuera pero a la vez pensar en las razones o causas que nos llevaron a ese estado.
Supongo que el acompañar no quita el poder animar a la persona a contactar con algún profesional que pueda ayudarla más eficazmente si esos episodios se repiten con demasiada frecuencia o duran más de la cuenta.
Actualmente entiendo el llorar o el estar triste como una oportunidad de autoconocimiento, todo tiene su parte positiva y la del llorar tiene la de poder prestar atención más fácilmente a nuestro interior en esos momentos y conocernos mejor ya que están nuestros sentimientos y emociones más a flor de piel y no situados tan profundamente como de costumbre.
….y como casi siempre pasa, este dejar llorar y consolar también puede ser aplicado a la manera en que nos vemos a nosotros mismos cuando estamos tristes o llorando y a como tratamos de consolarnos, si nos permitimos o no estar en ese estado y a las frases inconscientes que nuestro Ego o nuestra mente nos suelta en esos momentos, la mayor parte nada beneficiosas y bastante crueles para nuestra persona.

sábado, 4 de enero de 2014

Escuchar con los cinco sentidos

Mucha gente pregunta a su interlocutor si está escuchando mientras habla, para ver si está atento a lo que dice o si por el contrario está pasando y no le está haciendo ni caso.
Y es que la mayoría de la gente no sabe escuchar.
Escuchar con los cinco sentidos es lo que se llama escucha activa. Una escucha correcta es aquella que se realiza con todos los sentidos de tu cuerpo: con los ojos, mirando a la persona que te habla, con los oídos, escuchando y procesando todo lo que te dice, con el cuerpo y tu lenguaje corporal, y sobre todo con tu cerebro.
Una correcta escucha activa es aquella que SE LIMITA A ESCUCHAR, NO JUZGA, NO VALORA, NO ACONSEJA, NO SENTENCIA, simplemente escucha y hace que la otra persona se sienta escuchado. Y tienes que escuchar el doble de lo que tú hables.
¿Cuántos amigos tienes a los que les cuentas algo y sientes que no les importa nada lo que les estás contando y terminas siendo tú el que les escuchas a ellos?
Todos tenemos personas con las que nos sentimos escuchados y eso es un valor difícil de encontrar hoy en día en el que la mayoría de la gente mira por sí misma y poco por los demás.
El lenguaje corporal es muy importante a la hora de escuchar, no podemos escuchar con los brazos cruzados, sin mirar a nuestro interlocutor, o con el cuerpo echado para el lado contrario a donde se encuentra. Nuestro cuerpo tiene que estar escuchando también, nuestro cuerpo tiene que escuchar todo lo que dice el otro, con nuestra mirada en los ojos de quien nos habla, con una posición del cuerpo abierta (sin brazos cruzados) y escuchando lo que dice el otro.
Una escucha activa es aquella en la que cuando la otra persona nos está contando algo, no estoy esperando a que termine de hablar para responder o decir lo que yo quiero decir, no. Esto es algo muy común y que hace la gente “egoísta” que no sabe escuchar y sólo quiere hablar de su tema o de lo que él piensa o dice. Eso no es un diálogo, es un monólogo de dos personas, ya que cada uno habla de lo que piensa pero ninguno de los dos escucha al otro y lo único que hacen es esperar a que termine el otro para decir lo que quieren.
La escucha activa es aquella en la que estamos dispuestos a escuchar sin juzgar lo que nos está diciendo, atentos a lo que nos dice la otra persona e intentándonos poner en su lugar y saber cuál es su motivación o preocupación por contarnos esto.
Ser un buen escuchador es un valor muy preciado y algo que parece sencillo pero no lo es. Si logras conseguir ser un buen escuchador serás una persona muy valorada a la que la gente acudirá simplemente a sentirse escuchada, sin ser juzgada ni valorada, simplemente escuchada. (Fuente: el blog que te hará pensar)

viernes, 3 de enero de 2014

Las claves para reilusionarte en 2014


Intervención de Luis Galindo, coach de gran trayectoria profesional y humana, que el pasado  del sábado 28 de diciembre en La Sexta Noche nos dio  las claves para reilusionarnos en el Nuevo Año que comienza

jueves, 2 de enero de 2014

Los pensamientos son modificables



El cerebro es plástico y se pueden cambiar los pensamientos. 
Todos los cambios en la vida cuestan. Incluso los más digeribles (cambio de trabajo, de residencia…) casi siempre comportan algún tipo de contrariedad. Por no hablar de los más profundos (de pareja, de hábitos) que requieren de una dosis de tesón, esfuerzo y, por qué no decirlo, sufrimiento. 
Pero a la postre, es factible hacerlos, no es una utopía. A unos les llevará más tiempo, a otros menos, pero no son un imposible. 
Sin embargo, ¿qué pasa cuando hablamos de cambios más abstractos? ¿De algo tan intangible como pueden ser los pensamientos? Quizás, muchos defenderán que ese tipo de modificaciones son una quimera, algo inviable. Sobre todo si hablamos de esos pensamientos recurrentes que nos acompañan constantemente y que, en algunos casos, incluso pueden llegar a ser muchas veces paralizantes. 
Pues bien, la ciencia nos dice que incluso este aspecto es posible modificarlo. ¿Y dónde está la clave? La respuesta es clara: en la plasticidad de nuestro cerebro. “La plasticidad es la capacidad de modificar, y la conducta es muy modificable”, explica Manuel Nieto Sampedro, neurocientífico responsable del grupo de Plasticidad Neuronal del Instituto Ramón y Cajal del CSIC. “Lo único que hay que hacer es persistir en una modificación. El sistema nervioso se modifica por repetición”, añade. Es como aquel deportista que mejora sus prestaciones a base de entrenamiento continuo, repitiendo una acción hasta la saciedad. El uso repetido de una conexión sináptica, entre dos células nerviosas, produce lo que se denomina potenciación de larga duración, que se asocia con el aprendizaje y la memoria. “Es un fenómeno electrofisiológico que conduce a cambios morfológicos. Una cosa que es fisiología, actividad eléctrica, produce una modificación anatómica”, esgrime Nieto. Gracias a la constancia, a la repetición, “un contacto pequeño entre dos células nerviosas se puede hacer más grande, más eficaz”. “Si para comunicar una célula con otra hace falta 1 picovoltio [una billonésima de voltio], cuando la comunicación está ‘potenciada’ con 0,1 ya sería suficiente. Eso quiere decir que con una señal mucho más pequeña se producen resultados incluso más grandes que antes de potenciarse”, agrega este investigador del CSIC. 
De la teoría a la práctica La ciencia nos dice que nuestro cerebro es moldeable, que nuestro sistema nervioso se puede modificar a través de la repetición y que, en consecuencia, tenemos la capacidad de modificar algo tan intangible como son nuestros pensamientos recurrentes. La teoría está clara. 
Pero, todo esto, llevado a la práctica, ¿cómo se hace? Una vía posible es, sin duda, la meditación. “Con la meditación, y eso se ha demostrado científicamente, disminuye la ansiedad y la depresión (mejora el estado de ánimo). Además, da más ecuanimidad, nos permite relacionarnos mejor con los otros y en general nos tranquiliza”, relata el médico y profesor de Psicobiología de la Universidad de Valencia, Vicente Simón. Las técnicas meditativas que se utilizan son, básicamente, de concentración. 
Se trata de focalizar la atención en una cosa y mantenerla. Esa es la idea a grandes rasgos: concentrarnos en cosas que nos aporten bienestar y llegar a tolerar o desechar poco a poco las que nos incomoden. “Es inicialmente difícil, porque simplemente no estamos entrenados para ello”, arguye Simón. “Normalmente, la mente va de aquí para allá. Los orientales la llaman la 'mente mono', porque salta de un lado a otro”, agrega. 
El secreto, como no se cansa de repetir Manuel Nieto Sampedro, radica en la persistencia. Una persistencia que comportará con el tiempo cambios en nuestro sistema neuronal. Una gran cantidad de estudios científicos avalan la meditación como fuente de beneficio para el cerebro. En 2011, por ejemplo, investigadores de la Universidad de Yale comprobaron, a partir de imágenes cerebrales, que las personas que practican con frecuencia son capaces de apagar las áreas del cerebro relacionadas con soñar despierto y las divagaciones. En el mismo año, psiquiatras del Hospital General de Massachussets comprobaron, en un estudio publicado en la revista Psychiatry Research, que ocho semanas de meditación podían comportar cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés. Detectaron, a través de las imágenes obtenidas por resonancia magnética, un incremento de la densidad de materia gris en el hipocampo, una zona muy importante para el aprendizaje y la memoria, y en estructuras asociadas a la autoconciencia, la compasión y la introspección. En la actualidad, la meditación “se utiliza, de forma clínica, para prevenir la recaída en la depresión”, apunta el doctor Simón. “También se están desarrollando muchos programas clínicos para tratar otras patologías: ansiedad, drogodependencias, trastorno límite de personalidad, trastornos de alimentación, etc.”. 
En todos los casos, la meditación supone una herramienta más de las que conforman el protocolo de actuación. Todo el mundo puede practicarla 
La práctica de la meditación no sólo comporta beneficios a las personas con algún tipo de problema, sino que “aporta bienestar a todo aquel que la practique”. “Es cuestión de motivación y fuerza de voluntad para empezar. Lo que cuesta más es encontrar 15 ó 20 minutos al día y reservarlos para llevar a cabo la práctica”, reflexiona Simón. Cabe tener en cuenta que de la misma manera que nuestro cerebro tiene capacidad para aprender, también cuenta con la posibilidad de desaprender. 
(Fuente: Manuel Nieto Sampedro)

miércoles, 1 de enero de 2014

Yo sé lo que tu necesitas


No hay como prestar un poco de atención a cualquier conversación que pase por nuestro lado o mirarnos un poco el ombligo para darnos cuenta del sinfín de obstáculos que ponemos (y nos ponen) cuando conversamos.
La mayor parte de las veces con nuestra mejor intención (como tantas otras cosas)INTERPRETAMOS que en el momento en que alguien nos cuenta algo, lo que quiere es que le digamos qué tiene que hacer, decir o sentir. Y no contentos con ello, si notamos que no nos agradece que le “solucionemos SU vida”, tendemos a considerarle un desagradecido y a decir frases como “que le escuche otro”“si no quiere mi consejo para qué me lo cuenta”, …
Si profundizamos un poquito en esta reacción nos daremos cuenta de que en el momento en que yo le digo a alguien cómo debe actuar, lo que hago es quitarle el protagonismo de SU vida, considerar que MI juicio es mejor que el suyo y decidir que no es capaz de tomar SUS propias decisiones. ¿Interesante, no?
Pero la cosa no queda ahí, con nuestra “ayuda” lo que conseguimos es que la atención deje de estar centrada esa persona para centrarse en MÍ.
Los 12 tipos de respuestas que solemos utilizar más habitualmente en estas conversaciones y que NOS BLOQUEAN, sin darnos cuenta, la posibilidad de tener una verdadera comunicación con la otra persona son los siguientes:
  • MANDAR, DIRIGIR: Decir al otro lo que debe hacer: “Tienes que…”, “Deberías…”
  • AMENAZAR: Decir al otro lo que le puede pasar si no hace lo que le decimos: “Sigue así y ya verás como te va…”, “Si no haces lo que digo atente a las consecuencias…”.
  • SERMONEAR: Aludir a una norma externa para decir lo que debe hacer el otro: “Los chicos no lloran”, “A la gente no le gusta que alguien destaque…”, “Las mujeres no pueden hacerlo…”
  • DAR LECCIONES: Basarte en tú experiencia para decir lo que es “bueno” o “malo” para el otro:“Si yo te contara… esto no es una tontería comparado con lo que yo he vivido”, “Eres joven ya verás como lo verás diferente después”.
  • ACONSEJAR: Decir al otro qué es lo “mejor” para él/ella: “Lo mejor que puedes hacer es…”, “Deja la empresa…”, “Deja a tu marido…”.
  • CONSOLAR, ANIMAR: Decir al otro que lo que le pasa es poco importante: “Pero si no tiene importancia…”. “No te preocupes, esto no es nada…”.
  • APROBAR: Dar al otro la razón, sin más.
  • DESAPROBAR: Quitar la razón al otro: “Lo que acabas de decir no es verdad”.
  • INSULTAR: Despreciar al otro por lo que dice o hace: “Esto te pasa porque eres tonto”.
  • INTERPRETAR: Decir al otro el motivo oculto de su actitud (leerle la mente): “En el fondo tú quieres que te echen…”, “A ti lo que te pasa es que no te cae bien…”.
  • INTERROGAR: Sacar información al otro: “¿Por qué no le has contestado?”, “¿Por qué no quieres contarle la verdad?”.
  • IRONIZAR: Reírse del otro: “Sí claro, deja a tu marido y ponte a vivir del aire”.
¿Te sientes identificado/a? Eres de los que responden así o conoces a alguien que lo hace contigo? ¿Cómo te hace sentir?
Comunicarse bien es esencial para tener relaciones constructivas con los demás, relaciones en las que te sientas estimado, valorado, que te ayuden a crecer. Y aunque cambiar hábitos requiere esfuerzo, en el fondo no es tan difícil, al fin y al cabo se basa en RESPETAR AL OTRO y escucharle mientras habla. Escucharle de verdad.  (Fuente: Ana Apesteguia)

Balance del año



Mi percepción, a medida que me hago mayor, es que NO HAY AÑOS MALOS.

Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.

Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.

Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla, dependen de nosotros; el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad.
Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo.

“SER FELIZ ES UNA DECISIÓN”, no nos olvidemos de eso.

Entonces, con estos criterios, me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año, porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas:

- a aprender a amar 
- a dejar huella 
- a ser felices.

En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo; y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos:

- Aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento. El trabajo sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra salud mental. Ahora el significado del cansancio es visto como algo negativo de lo cual debemos deshacernos y no cómo el privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros.
A esta tierra vinimos a cansarnos...

-Valorar la libertad como una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser libre no es hacer lo que yo quiero.

Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer, y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor.

- El tercer y último punto a cultivar es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas, en pos de cosas mejores.

DARNOS CARIÑO y tratarnos bien como país y como familia, saludarnos en los ascensores, saludar al cajero de super, al conductor del autobús, sonreír por lo menos una o varias veces al día. QUERERNOS.

CREAR CALIDEZ dentro de nuestras casas, hogares, y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí hay vida. Nuestras casas independientes de los recursos, se están volviendo demasiado perfectas que parece que nadie puede vivir adentro.

Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello.

La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos, tiene que ver con la inteligencia espiritual.
Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación,a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias.

Si logramos trabajar en estos puntos seremos felices, lo cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que la única diferencia entre alguien feliz o no, no tiene que ver con los problemas que tengamos, sino que con la ACTITUD con la cual enfrentemos lo que nos toca.

Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés: Se achican.

Tal vez lo que sucede, es que AL COMPARTIR, LO QUE SE DILATA ES EL CORAZÓN. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro".
(Fuente: MAMERTO MENAPACE, Monje benedictino)