viernes, 30 de septiembre de 2016

Cómo manejar las criticas. La actitud del samurai


No vivimos en burbujas, nos relacionamos con otras persona, muchas a lo largo del día. Todos hemos recibido críticas, ofensas y afrentas. Depende de cómo afrontemos y enfrentemos esas críticas obtendremos entereza y serenidad o desdicha y malestar.
¿Qué podemos hacer entonces para no sentirnos mal ante las críticas? ¿Cómo conseguir que lo que diga o haga otra persona no nos afecte? ¿Cómo se hace para no dar el poder a los demás de alterar nuestro estado de ánimo?
A ver si este cuento nos da alguna pista.

"Cerca de Tokio vivía un gran Samurái, ya anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes.A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario.
Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento y gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante.
El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla.
Conociendo la reputación del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama.
Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío.
Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo:
Arrojó algunas piedras en su dirección, lo escupió en la cara y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros.
Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus casillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza.
Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:
-¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros?
El viejo Samurái repuso:
-Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo?
-Por supuesto, a quien intentó entregarlo, respondió uno de los discípulos.
-Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos añadió el maestro-. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo".

Las críticas pueden venir de la mano de personas manipuladoras, envidiosas, resentidas,… Son gente tóxica que nos puede rodear en cualquier ámbito de nuestra vida, no podemos saber cuándo, dónde ni quién nos va a criticar. En cambio, sí podemos elegir cómo queremos sentirnos (tranquilos, indiferentes, seguros ), independientemente de lo que hagan o digan los demás. 
Esta actitud es el mejor regalo que nos podemos hacer y una fuente inagotable de paz interior.

Cuando otros nos critiquen sin fundamento o sin razón, podemos tomar la actitud del Samurái que muestra el cuento. Mostrarnos indiferentes ante los comentarios hirientes, hace que sus críticas se esfumen. Si desde un primer momento ellos notan que topan contra una pared firme y segura, acabarán alejándose.
Lo único que podemos elegir es nuestra actitud. Yo elijo la actitud del samurai. Y tu?

lunes, 5 de septiembre de 2016

Invierte en aquello que te puedas llevar al morir


Hace años cuando compré mi casa mi madre me preguntó justo antes de coger las vacaciones "hija ¿cómo es que te vas de viaje si no has cambiado las ventanas de tu casa?". En ese momento algunas ventanas no cerraban bien y entraba un frío considerable por ellas. Quizás lo "sensato" hubiera sido quedarme, en cambio mi respuesta fue "prefiero invertir mi dinero en algo que pueda llevarme al morir". A día de hoy pienso igual.
Mis ventanas se quedarán aquí. Mis muebles, mi ropa y todo lo que poseo también. Mis viajes, mis lecturas, mis aprendizajes, mis decisiones, mis atrevimientos, mis relaciones, mis recuerdos... Todo eso me lo llevo donde vaya y es lo que me convierte en lo que soy.
Estamos en una sociedad que nos da múltiples ideas sobre dónde gastar nuestro dinero, que nos convence de que somos imperfectos. Deberías quitarte esos kilos de más, deberías de ganar más, deberías de casarte que se te va a pasar el arroz, deberías de ser diez centímetros más alto, deberías de teñirte el pelo que se te ven las canas, deberías de ser mejor madre... Todo a nuestro alrededor indica que ni tú ni yo somos lo esperado, lo perfecto. Y ahora ¿qué hacemos? Una posibilidad es luchar desesperadamente intentando llegar a un ideal absurdo. Para ello compraremos ropa que transmita nuestro gran estilo, nos someteremos a rigurosas dietas y tablas de ejercicios, compraremos la última maravilla antiarrugas, estaremos muy pendientes de lo que llevan y hacen los famosos y sobre todo, nos dejaremos un dineral intentando aparentar ser alguien que no somos. Al final de esta carrera estaremos como el hámster en la rueda: en el mismo sitio. Un lugar muy, muy lejos de nuestro verdadero ser.
Tratar de convertirnos en otra persona cuesta mucho dinero y al final nos quedamos eternamente frustrados. Solo tenemos que observar las barbaridades que nos cuentan en los anuncios. Si quieres ser buena madre debes tener la casa impoluta. También deberías de saber que el mundo está lleno de gente mala que quiere entrar en tu casa, ante la duda téme a todos y, sobre todo, contrata el servicio de seguridad que solo quiere lo mejor para ti . No está de más que compres un coche que ni necesitas ni te viene bien pagar, porque da mucho estatus. Como estos ejemplos, cientos.
Para ello hay que comenzar a tomar decisiones de compra consciente. Tampoco tiene que ser algo drástico, tómate tu tiempo. Las pequeñas decisiones repetidas en el tiempo son las importantes. La próxima vez que vayas a comprar cremas, comida o ropa pregúntate ¿realmente necesito esto? Y, muy importante, ¿qué emoción me impulsa a esta compra? Al reflexionar quizás veas que detrás de lo que compras hay miedo, falta de valoración personal o ganas de aparentar. En tal caso, ahórratelo. Puedes hacer una hucha donde ir echando todo lo que ahorres en esas compras que evitas. Luego gástalo en ti. En viajes, en cursos de cocina sana o de crecimiento personal, en un masaje, en terapia, en clases de yoga, en unas cervezas con los amigos, en una donación a una causa en la que creas, en un buen libro… En algo que te aporte, en algo que cuando conectes con la emoción que te impulsa te llene de alegría, amor o conexión..
El que fue presidente de Uruguay, José Mujica, lo explica de una manera muy lúcida: “Cuando tú gastas, en el fondo lo que estás gastando es tiempo de vida que se te fue”. Quizás no lo hayas visto antes así, lo cierto es que el dinero sale de tu trabajo y ese trabajo son horas de tu vida que dedicaste a eso. Por tanto, al comprar algo estás dando a cambio horas de vida que no volverán ¡que sea por algo que valga la pena!
Si hay algo me preocupa es llegar al momento de la muerte, mirar atrás y darme cuenta de que no entendí lo importante en la vida. Bronnie Ware es autora de un libro llamado “Los cinco arrepentimientos de los moribundos”. Ella ha trabajado años como enfermera en cuidados paliativos. Ha estado en contacto con muchas personas en uno de los momentos más importantes de su vida, la muerte. Escuchar sus inquietudes y reflexiones ha cambiado su vida, algo que ha querido compartir en su obra y que resume en los siguientes arrepentimientos:
1.- Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer.
2.- Ojalá no hubiera trabajado tanto.
3.- Ojalá hubiera tenido el coraje de expresar lo que realmente sentía.
4.- Ojalá hubiera vuelto a tener contacto con mis amigos.
5.- Ojalá hubiera sido más feliz.
No menciona “ojalá hubiera sido más estiloso”, “ojalá hubiera tenido un Lamborghini” y tampoco dice “ojalá hubiera sido más guapo”. Menciona lo importante de la vida: escucharte, pasar tiempo con los que amas, expresar tus emociones para conectar mejor con los demás y apreciar lo que tienes para ser más feliz.
Recuérdalo cada día y cuando llegue tu momento de dejar este mundo te irás lleno de historias hermosas, de vivencias y, muy importante, de paz.
(Fuente: Raquel Rus)