domingo, 26 de enero de 2014

¿Mi hijo es inteligente?

( Este post ha surgido a raíz de una conversación con un grupo de amigas en la que una de ellas manifestó el sufrimiento de su sobrina y toda la familia ante el temido fracaso escolar)

Clásicamente se ha definido la inteligencia como la habilidad para responder a las cuestiones de los famosos tests de Coeficiente Intelectual , que principalmente evalúan las inteligencias lógico-matemática y verbal. Atendiendo a esta puntuación se clasifica a las personas, determinando si están en torno a la media o bien por debajo o por encima de ella. Según esta perspectiva, dicho resultado artificialmente creado es el único capaz de reflejar la inteligencia, que consideran innata en cada individuo y relativamente estable a lo largo de su ciclo vital.

Aunque éste es el modelo adoptado por el sistema educativo, algunos estudiosos lo consideran excesivamente restrictivo. Según Howard Gardner psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard todos poseemos varias formas de inteligencia independientes entre ellas y susceptibles de ser entrenadas. Algunas las poseemos más desarrolladas y otras menos, creando así nuestro perfil personal de inteligencia. Para este autor la brillantez académica no lo es todo: más bien interesa conocer cuál es nuestro potencial personal y explotarlo al máximo para optimizar nuestro desarrollo personal y profesional.

Pasemos a describir las siete inteligencias propuestas por Howard Gardner:

- Inteligencia lingüística-verbal: habilidad para hablar y escribir eficazmente, comprender la lectura fácilmente, mantener conversaciones complejas y usar un amplio vocabulario.
- Inteligencia lógico-matemática: capacidad de resolver problemas mediante lógica, realizar cálculos matemáticos con destreza e investigar por medio de hipótesis científicas.
- Inteligencia espacial: facilidad para orientarse espacialmente, utilizar mapas, dibujar esquemas y rotar objetos mentalmente, visualizándolos desde diversas perspectivas. Suele desarrollarse en fotógrafos o arquitectos.
- Inteligencia musical: habilidad para componer melodías, seguir ritmos, tocar instrumentos y analizar música.
- Inteligencia corporal-kinestésica: capacidad de utilizar el cuerpo en movimiento para expresar emociones (danza), competir (deportes) o crear (artes plásticas); facilidad para realizar actividades que requieran fuerza, rapidez, flexibilidad, coordinación y/o equilibrio; habilidad para usar las manos con precisión (por ejemplo: cirujanos, escultores).
- Inteligencia interpersonal: habilidad para percibir en las demás personas sus emociones, intenciones y estados de ánimo; capacidad de empatizar y relacionarse socialmente con éxito.
- Inteligencia intrapersonal: facilidad para reconocer las propias emociones y regularlas adecuadamente, controlar nuestra conducta y dirigir nuestros pensamientos. Esta inteligencia implica autoconocerse y saber trabajar con uno mismo en la intimidad personal.

¿Qué educación le estamos dando a nuestros hijos?

Esta información nos dirige hacia otro punto interesante: ¿qué educación le estamos dando a nuestros hijos? No todos aprendemos de la misma manera, por lo que es necesario personalizar lo más posible el aprendizaje, centrándonos en el potencial personal de cada alumno y entrenando todos sus tipos de inteligencia por igual. ¿Cómo hacerlo? Evaluando los perfiles de inteligencia de los estudiantes y diseñando, a partir de ellos, actividades innovadoras que permitan a cada aprendiz asimilar la materia a partir de sus capacidades, aprovechando especialmente sus puntos fuertes.
Mientras el sistema educativo está en proceso de cambio, en casa puedes comenzar con los primeros pasos. 
Howard Gardner aconseja a los padres que prestan  mucha atención a sus hijos y averigüe qué es lo que les interesa y les apasiona y de ahi partir para motivarles e ilusionarles por aprender,  sin proyectar en ellos nuestras  prioridades, pasiones ni debilidades.

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