domingo, 19 de junio de 2016

Ser mi propio coach



¿Recuerdas en qué momento de tu vida te has sentido exultante de vida, de fuerza y de energía, sabiéndote capaz de vencer las dificultades y alcanzar lo que te propusieras? ¿Te gustaría ser capaz de activar tus mecanismos internos para volver a sentirte de este modo o reforzar esa sensación?.

Aunque no es fácil verlo la respuesta a todas estas preguntas reside en nosotros mismos; porque nuestra mayor ayuda y nuestro mejor apoyo los vamos a encontrar en nuestro interior, en el coach que llevamos dentro, ese aliado que llevamos puesto a tiempo completo y que nos será de tanta utilidad si aprendemos a hacerlo efectivo y a potenciarlo.

El hecho es que vivimos tiempos complicados y se nos exige (o nos autoexigimos) unos elevados niveles de rendimiento y competencia. Por eso somos muchos los que, de un modo u otro, buscamos cada día ser mejores profesionales y mejores individuos.

Por otra parte, todos los que trabajamos con otras personas somos conscientes de que en el mundo de las relaciones se encuentra el mayor reto de nuestro trabajo. Un reto que también se nos presenta por el mero hecho de ser sujetos que vivimos en comunidad.

Mejorar en esta línea relacional implica potenciar nuestra capacidad de escuchar, comprender (¡y sobre todo comprenderse uno a sí mismo!), comunicar y compartir. Lograrlo supone trabajar en el dominio de determinadas técnicas y en mejorar la gestión de nuestras actitudes y puntos de vista.

Para avanzar de un modo definitivo en este campo es imprescindible conocerse y saber gestionar y superar las dificultades y las sombras que surgirán cada día en nuestro camino. Y estas dificultades podrán ser internas o externas. Lo que quiero decir es que estos obstáculos muchas veces tendrán su origen en causas que nos vengan impuestas por otros y por sus circunstancias. El problema más difícil y más sutil es que, con frecuencia, las dificultades estarán en nuestro interior y en nuestro modo de ver, entender y aceptar lo que nos rodea o lo que somos nosotros mismos.

Para evidenciar la mejora en este campo necesitaremos disponer de una visión clara. Ello nos permitirá identificar los problemas, su entorno y nuestro modo de verlo. También nos ayudará a descubrir nuevas opciones que muchas veces no serán evidentes sin la adecuada reflexión que da una cierta paz interior. Conscientes de todo ello, el objetivo es ponernos en marcha con decisión para alcanzar las metas que pretendamos alcanzar.

Para comenzar, resulta fundamental realizar un viaje interior; buscar, profundizar y comprender los sentimientos, los anhelos y las capacidades. Este viaje interior debe comenzar, en primer lugar, por potenciar la autoconsciencia, lo que yo llamo “estar despierto”, que tiene mucho que ver con lo que ahora llamamos mindfulness o atención plena. El segundo paso consiste en prestar atención al autoconocimiento, trabajando sobre el mundo de las emociones, los sentimientos y nuestra capacidad de identificarlos y gestionarlos.

Una vez que hayamos dado estos dos pasos, el siguiente será identificar lo que realmente deseamos, identificar objetivos y elegir las herramientas para alcanzarlos. Finalmente, para culminar el viaje interior, hay que centrarse en la labor a realizar para alcanzar esos objetivos: organización interna, concentración y optimización en la tarea, evitando dispersarnos o distraernos de nuestro objetivo.

Esta fase de conocimiento interior nos permitirá profundizar en las habilidades personales y trabajar sobre ellas para alcanzar nuestras metas; destacando como habilidades fundamentales: la confianza, la creatividad, la comunicación, la asertividad, la escucha, la empatía, el liderazgo y, como resumen y compendio de todas ellas, la actitud vital.

Parece que esta metodología, ser el coach de uno mismo, pretende dejar sin trabajo a los coaches profesionales. Evidentemente no: La interacción entre dos personas me parece insustituible en muchos casos. Especialmente si una de ellas es un profesional de ayuda. Lo que sí intenta es hacer que de modo individual nos sintamos más seguros de nosotros mismos, más fuertes y más decididos para que seamos capaces de vivir el día a día de un modo diferente. Para que vivamos el presente y miremos el futuro con ilusión y con más esperanza. Para que logremos que, en definitiva, el coach que llevamos dentro nos ayude a estar más seguros de nosotros y a ser un poquito más felices.
(Fuente: Miguel Udaondo)

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