Suenan campanas de boda en la distancia. ¡Nuestra hija se casa! El primer impacto te desborda por el cumulo de sentimientos que afloran en ti pero no hay que entrar en pánico. Esta situación se puede llevar con alegría y entusiasmo y en ello estamos en este momento.
Cuando recibes la noticia de que tu hija se casa, inmediatamente surgen una serie de emociones que hacen que el momento sea bonito pero no por ello más fácil de ‘digerir’; razón por la cual es normal que surjan preocupaciones y se creen expectativas de todo tipo.
Los recuerdos pasan a toda velocidad por la mente y el recorrido de imágenes de los momentos vividos conmueve profundamente. Y llega esa mezcla de sentimientos: satisfacción, emoción, nervios y también tristeza… ¡Nuestra hija se casa! ¿Cuándo pasó tan rápido el tiempo?
Los cambios en el núcleo familiar implican varias inquietudes. Y es que, aunque los cambios sean para bien, al principio intimidan. Esto es algo normal e inevitable. No obstante se puede manejar con alegría y entusiasmo si nos enfocamos en:
Ver a nuestra hija feliz y orgullosa.
Recibir a los nuevos miembros de la familia.
Alegrarnos al ver cómo ha crecido la familia y lo bonito que resulta tener la oportunidad de socializar con otros.
Mi hija se casa, ¿Cuál es el camino a seguir?
A partir de ahora, el camino a seguir es básicamente, ese prado de valores que cultivamos en nuestra hija desde su infancia más tierna. Ahora es cuando ella comprenderá esa senda por la cual los padres ya transitan con sus altibajos, sí, pero siempre con infinito afecto y comprensión.
Una boda que se aproxima es una oportunidad para aprender (o reaprender acerca del amor incondicional y el valor de esa palabra ). En estas circunstancias, todos aprenden y eso es un motivo de celebración porque permite que las distintas partes compartan sus puntos de vista, con optimismo y sabiduría. Ante todo, lo que los padres debemos transmitir a los hijos es seguridad y confianza en sí mismos para que puedan comenzar esta etapa nueva de su vida con buen pie.
Consejos para la madre
Decir mi hija se casa, puede representar para ti, desde una alegría a un suspiro agridulce de nostalgia. El hecho de que tu hija esté muy concentrada en su pareja y en todos los planes de la boda, no quiere decir que no necesitará de tus consejos y cuidados. Y de seguro, encontrarás un buen momento para darle consejos sobre la vida en pareja. A continuación, algunas reflexiones a tener en cuenta:
Respeta las decisiones de la pareja
Uno de los puntos al que deberás darle atención o reforzar será: el respeto. Estar dispuesta a dar un paso al lado cuando tu hija y su esposo tomen decisiones. Puede ser un asunto serio y un tanto duro, ya que como madre estarás acostumbrada a ejercer influencia sobre tu hija. Al crecer, aceptamos que los hijos tienen libre albedrío y que, aunque siempre podrán contar nosotros para guiarse, ya son capaces de avanzar por cuenta propia.
Con el nuevo matrimonio, puede que sientas la angustia de querer conducir ciertos asuntos de ella y eso no está bien. Así que, debes armarte de paciencia y aunque no te gusten las decisiones que ellos tomen, deberás respetarlas. Recuerda que es sano dejar que las personas se equivoquen para que aprendan por sí mismas. No siempre podemos evitar ‘lo malo’ ni eliminarlo del camino para ‘ahorrar el sufrimiento’.
Cultiva la paciencia
Es muy común que tu hija exprese dudas sobre aspectos de la boda. Pero no tienes por qué controlar todo y saber la solución a cada una de sus dudas. Deja que tu hija vaya adquiriendo experiencia por el uso pleno de sus facultades. Puede equivocarse en algo, seguro que sí. Pero no debes comenzar a ocupar el espacio que su futuro esposo tendrá y que ya tiene por haber formalizado un compromiso.
Actúa con prudencia
Cuando permites que la nueva pareja tenga su espacio para conversar y tomar decisiones, colaborarás para ir creando un ambiente relajado en el acercamiento de ambas familias. Y poco a poco, verás como tu hija te pedirá consejo respecto a algunos asuntos que considera no tener muy claros.
El ser prudente también abarca el hecho de saber cuánto decir, a quién y en qué momento. Un comentario sencillo y puntual sobre un asunto, puede ser suficiente en determinado momento. Y no extenderse a comentar de asuntos que no te han pedido.
Permite que todos los miembros participen
Al escuchar y hasta sentir la expresión “mi hija se casa”, es normal que quieras involucrarte en casi todos los aspecto. Y a medida que se acerque el día de la boda, quizás estés con el consentimiento de los novios muy compenetrada ya en los preparativos: vestido, recepción, invitados y cualquier otro detalle en el que te encuentres cómoda y te sientas útil.
No olvides involucrar a todos los miembros de la familia, en mayor o menor grado, para no excluir a ninguno. En especial, al padre. El hecho de que ambos padres se apoyen como matrimonio es un incentivo y un buen ejemplo para la feliz pareja. La participación activa de los miembros familiares ayudará a crear un ambiente más alegre, a la vez que se reforzarán los vínculos afectivos
A fin de cuentas, el matrimonio es un paso muy importante en la vida de cualquier persona. Nuestra misión a partir de ahora será respetar sus decisiones y espacio y alegrarnos por ella.
(Fuente: Mervis Romero)
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