domingo, 18 de noviembre de 2012

La FELICIDAD también se aprende


¿Las personas que siembran felicidad, nacen o se hacen? Según el psicoterapeuta y coach personal y ejecutivo, Jose María Sanz : “Existe gente que de forma natural posee un talante entusiasta, alegre y positivo, porque está en sus genes o bien porque han crecido en un ambiente familiar y social que ha fomentado esta forma vitalista de ser y comportarse”.
“Otras personas –según Sanz- pueden aprender a ser más optimistas y alegres y contagiarlo a los demás. Aunque en verdad se trata de reaprender, porque la felicidad es el estado natural de del ser humano. Surge espontáneamente cuando se es niño, y va apagándose con el paso de tempo. Se trata de recuperar esa alegría que sigue viva en nuestro interior, dejando que aflore”.
“El buen humor y las actitudes positivas pueden ‘contagiarse’ de una persona a otra. La gente optimista ‘contagia’ su actitud a quienes la rodean, como demuestran los grandes oradores, que movilizan mucho a la gente que los escucha, transmitiéndole un ánimo positivo y una visión del ‘lado bueno’ de las cosas”.
“Ver a una persona sonriendo nos ilumina la cara y anima la vida. Si sonreímos, buscamos cosas que nos hagan reír y sentir bien, como ver una comedia o escuchar chistes, o evocamos los recuerdos positivos de cuándo las cosas han salido bien, nuestro cuerpo se expande y se abre y nuestro ánimo sube”.
“Hay que ver lo que ocurre y como resolverlo, poniendo la mayoría de la atención en las soluciones. Para los optimistas, los inconvenientes son un reto. Aceptan lo que ha surgido y se plantean como solucionarlo. Ante los reveses, buscan una ilusión que les de fuerzas y la forma de salir del atolladero”.
Para fomentar la alegría y el entusiasmo Sanz, sugiere cultivarlo intentando a diario “sonreír y hallar la salida a lo que ocurra y recordar al cabo de la jornada, no sólo los momentos bonitos sino aquellas situaciones difíciles de las que hemos salido airosos”.
También es importante sentirse agradecido hacia la vida, el mundo, los demás, porque “la gratitud torna más positiva y sincera nuestra relación con la gente que nos rodea. Al sonreír a la vida, la vida nos sonríe. Al alegrar nuestra propia existencia, se la alegramos a los demás”.
Para el psicólogo clínico José Elías, el optimismo “es una actitud ante la vida que puede cultivarse, ampliarse y aprenderse, como otras habilidades. Para desarrollarla recomienda “destinar cada día un poco de nuestra energía a un causa noble, a actividades tan sencillas como ser más cariñoso con la familia o hacer un favor a un amigo”.
“Una vida en la que se prescinde de ayudar a los demás o que no tenga una causa elevada, casi siempre se traduce en sensaciones de vacío, soledad y depresión. Cuando uno dedica su energía a una buena causa, se vuelve activo y se enriquece”, señala.
El optimismo también se nutre de luchar por convertir nuestros sueños en realidad, según Elías, quien aconseja “empezar ya mismo a poner los cimientos para poder ir en busca nuestros objetivos y cambiar aquellos aspectos de nuestra vida que queramos cambiar. Mantenerse activo levanta el ánimo“.
“Escuchar música relajante, leer un libro alentador o enriquecedor o jugar con nuestros hijos, en vez de abarrotarse de la información negativa que llega a través de algunos medios de comunicación, puede parecer una táctica que nos aleja del mundo pero, en realidad, alejarse unos días de la actualidad permite apreciar las cosas y nuestra vida en su justo valor”, según Elías.

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