viernes, 6 de diciembre de 2013

Honesto con mis virtudes


Tenemos el hábito, bueno o malo según se utilice, de fijarnos en aquello que no se nos da bien hacer. Si lo utilizamos en positivo nos esforzamos por mejorar pero muchas, muchas veces lo hacemos para autocastigarnos.

Igual de importante es esforzarnos por mejorar que saber reconocer lo que se nos da bien hacer, habito que tampoco solemos tener.

Cuando vemos a alguien alardear de lo que se le da bien hacer o de sus triunfos y logros sentimos rechazo. Pero en ese alarde,, muchas veces, la intención es ponerse por encima de los demás y de ahí nuestro rechazo. En cambio reconocer tus virtudes y poder compartirlas deja clara tu honestidad y la seguridad en ti mismo.

Cuando te crees merecedor de tus virtudes dejas de estar a expensas de las opiniones de los demás y estás en disposición de potenciarlas y enfocarlas para conseguir tus logros con el mínimo esfuerzo y desgaste.

Aunque reconforta, motiva y anima que los demás te reconozcan tus virtudes, tanto el presumir de ellas como la falsa modestia te impedirán ser humilde, el no creer en ello no te hará sentir digno de ellas y ambas cosas son necesarias para poder compartir y que compartan contigo en un intercambio que te hará crecer.

“Presumir de lo que sabes hacer aleja al que te admira por tu virtud”.

“La falsa modestia no te hace digno de tus virtudes”.

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