lunes, 29 de abril de 2019

No importa si los hijos no resultan como esperabamos....



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Todas las madres y padres albergamos la esperanza de que ese ser que nos acompañó tanto tiempo, que albergamos en nuestras entrañas  y del que fuimos responsables desde el preciso instante en que supimos de su existencia, se convierta en un futuro muy cercano en un ser excepcional, un hombre bueno, sano, inteligente  y provechoso, que forme hermosa familia y que siempre tenga un camino lleno de luz.
Pero no todo en la vida permanecerá bajo nuestro control, por doloroso que sea nuestros hijos tomarán su camino, aunque muchas veces no es el camino que nos gustaría verlos recorrer.  Entonces surgen las dudas, lo habré hecho bien?, que deje de hacer?, fui buena madre o padre?
El caso es que hay algo importante que debemos entender, si bien somos responsables de dar las herramientas a nuestros hijos, infundir valores,  principios y todo aquello que consideramos necesitarán en algún momento de su vida, esto no significa que anulemos su libre albedrío, y que ellos priorizarán cada palabra que grabamos en su alma a la hora de tomar una decisión, aunque es lo que nos gustaría,  no siempre es la realidad.
En el peor de los casos, nuestros hijos toman rumbos dolorosos, caminos poco claros, amigos inconvenientes, parejas, vicios, actitudes… y muchas otras cosas que quisiéramos jamás hubieran conocido,  y qué madre o padre no prefiere mil veces padecer cualquier  sufrimiento antes que su hijo lo padezca?
He aquí el punto a reflexionar, es este amor tan grande, tan puro y verdadero lo que nos hace triunfadores. Un padre y una  madre tienen éxito, decida su hijo lo que decida, porque el camino que tome su hijo no les hará  dejar de amarlo jamás, su amor es incondicional, imperecedero, implacable y genuino. El amor de una madre  y de un padre trasciende todos los deseos,  todas las opiniones y todos los juicios, quizás por ello nadie comprende mejor que el corazón de un padre o una  madre y ninguna persona consiga jamás mejor asidero en el mundo que el regazo  de sus padres, con muy pequeñas  excepciones.
Si bien ser padres ya resulta una gran satisfacción, pues enseña  un amor inigualable, también resulta doloroso y en muchos casos una vida de angustia y pesar. El sólo  hecho de haber tomado la enorme responsabilidad de traer una vida a este planeta, ya las hace triunfadores, su ser trascendió la individualidad  y su amor se verá  reflejado siempre en sus hijos donde quiera que vayan.
Guía a tu hijo, pero especialmente acompáñalo,  incluso en esas decisiones que ante nuestros ojos y corazones no siempre sean las mejores, confía en tus palabras, confía en tu amor, porque pase lo que pase, ese amor que sembraste en tu hijo sera lo primero recordará  y lo último que olvidará.

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