miércoles, 2 de enero de 2013

Dos formas muy distintas de empezar el año


En los primeros días del año cada uno de nosotros demuestra lo comprometido o comprometida que puede estar con sus metas personales. Al fin y al cabo el paso del 31 de diciembre al 1 de enero es una transición más como la de todos los demás días. Nuestro cuerpo y nuestra mente no van a notar la más mínima diferencia, seguirán obedeciendo principalmente a nuestros patrones, ciclos, automatismos y hábitos que mantenemos de año en año.
Algo hay distinto sin embargo en las celebraciones en esta transición de un día a otro, y es la tradición de festejar, de agradecer, de compartir y en definitiva de buscar un sentimiento de felicidad porque ha terminado un año y comienza uno nuevo. Podemos aprovechar este entorno para aumentar emocionalmente nuestra motivación hacia el cambio, o por el contrario, observar otro año más los mismos rituales como una costumbre sin ir más allá.
Solemos aprovechar para hacer balance y, por qué no, realizar nuevos propósitos o marcarnos nuevas metas. Pero hay un punto de inflexión, un punto en nuestro medidor de motivación que hace que esos planes se conviertan en realidad, o por el contrario que volvamos a entrar en la rueda de los mismos hábitos que pueden sabotearlos.
Te propongo que pienses y elijas conscientemente de qué forma quieres comenzar este nuevo año:

Opción 1. Todo cambia, menos yo.

Elige esta opción si consideras que lo que eres, haces o tienes ya es lo que quieres a partir de ahora. Si con el impulso que te ha llevado donde estás ahora en tu vida es suficiente para continuar por el momento. Si piensas que lo que te rodea te seguirá manteniendo donde estás.
Si esta es la opción que eliges, todo es fácil y cómodo. Relájate y disfruta del viaje. Suelta los mandos y deja que tu entorno sea el que marque la ruta, que otras personas sean las que digan lo que tienes que hacer y que las costumbres y lo que hay vaya por delante. De este modo, si algo sale como no quieres, no va a ser culpa ni responsabilidad tuya y nadie te podrá echar nada en cara.

Opción 2. Como yo cambio, todo cambia.

Elige esta opción si sientes que algo no termina de estar donde quieres que esté. Si en el año que ya ha pasado habrías cambiado todo o parte de su guión. O también si agradeces todo lo que pasó el año pasado, pero sabes que a partir de este nuevo año puedes ser más, hacer más o tener más, sólo con tu palabra, tu compromiso, y tus acciones dirigidas a cambiar, a romper hábitos que ya no te sirven y generar nuevos que te ayuden a mejorar, y a terminar el año pensando: Sí, fue un gran año.
Si esta es la opción que eliges, no lo tienes tan fácil. En frente se encuentran nada más y nada menos que los peores saboteadores que te puedas imaginar. Están escondidos en tu entorno, en las personas que menos te imaginas, y dentro de ti. Son esas voces que te dirán que no puedes, que todo está bien como está y que no te compliques la vida. Es una opción incómoda también porque serás tú quien elijas ser, hacer o tener, y serás responsable de todo lo que pase. No habrá nadie más a quien culpar.
Comienza el año eligiendo con responsabilidad y sigue disfrutando el viaje.

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