La felicidad sí tiene una receta, y es la misma que dan un monje budista, una monja de clausura y el fundador de una ONG.
Los tres coincidieron en que la felicidad es una capacidad personal que hay que ejercitar todos los días y que se alcanza de forma plena al darse a los demás de manera altruista.
“Prueba de ello es que podemos estar en un paraíso y ser desgraciados, que hay mucha gente que lo tiene todo para ser feliz y no lo es”, subrayó el monje budista Matthieu Ricard, conocido como El hombre más feliz del mundo.
Ricard, la religiosa Lucía Caram y el fundador de la ONG Sonrisas de Bombay, Jaume Sanllorente, participaron este martes en el II Congreso de la Felicidad , celebrado en Madrid, en el que detallaron las claves de la felicidad.
Ricard es doctor en genética celular por el Instituto Pasteur de París, y lo dejó todo para hacerse monje budista. Ha pasado casi 30 años en los Himalayas y actualmente es asesor y traductor del Dalai Lama, la máxima autoridad espiritual de budismo tibetano.
Durante varios años fue sometido a un estudio neurológico por parte del laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin, que lo declaró “el hombre más feliz de la tierra”.
Ricard explicó que la felicidad es un estado mental, una forma de ser y ver la vida, que debe ser trabajada y practicada y que no funciona si las personas se preocupan sólo de su propia felicidad.
“Cumplir el amor altruista es el camino a la felicidad”, dijo.
Una idea similar fue la desarrollada por Sanllorente, un periodista español que tras un viaje a la India fundó una ONG en favor de los niños de los arrabales de Bombay.
“Ser feliz es más fácil de lo que pensamos y mucho mejor de lo que nos lo pintan”, aseguró.
“Un porcentaje importante de nuestras angustias son cárceles que hemos construido nosotros mismos, y somos nosotros los que podemos encontrar la llave para salir de ellas”, sostuvo.
Caram, monja contemplativa del convento de las Dominicas de Manresa (Barcelona) y quien ha puesto en marcha una ONG para atender a los niños en la región argentina de Tucumán, también argumentó que “el secreto de la felicidad está más en dar que en recibir”.
Una investigación dada a conocer recientemente revelaba que la ambición puede ayudar a las personas a tener éxito profesional o económico, pero no garantiza la felicidad. El estudio lleva por nombre Sobre el valor de apuntar alto: Las causas y consecuencias de la ambición, y fue elaborado por la Universidad de Notre Dame.
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