Cuando los hijos suspenden, la familia por lo general se alborota, entra en conflicto y se enrarece. Las reprensiones, los “sermones”, los castigos, los gestos desabridos, las malas caras, las correcciones en público se suceden como un torrente que se precipita sobre el hijo que suspendió, que queda así anegado, culpabilizado y confundido.
En realidad, el hijo suspendido no sabe cómo responder, dado que una parte de su corazón le hace notar que sus padres tienen razón. Pero, al mismo tiempo, le duelen los excesos que tal vez considera son exagerados e injustos.
La imaginación de los padres suele magnificar la importancia del primer suspenso. Hay padres que lo viven como una deshonra o una desgracia familiar. El suspenso del hijo –así piensan algunos padres- arruina el prestigio de la familia. Son padres que pueden llegar a avergonzarse de
sus hijos, probablemente porque con anterioridad se habían adornado con
las cosas buenas de ellos. En ese caso, son padres que viven, a causa de ese suspenso ,una gran tragedia. Y proyectan en el futuro una mera anécdota curricular –que desde luego hay que tratar de corregir-,de la que no hay que sacar tan funestas consecuencias.
Un hijo no debería ser medido por sus padres por sólo las calificaciones que obtenga. Sin duda alguna, las calificaciones son algo importante, porque más allá de sus limitaciones, constituyen un indicador, relativamente objetivo, de cómo va ese hijo (si se esfuerza por trabajar o no, si es constante o no en lo que se propone, si dispone de capacidad para vencerse a sí mismo, si tolera o no las frustraciones ,etc.).
Hacer de las notas el único criterio para la calificación del hijo constituye
un error tan gigante como si los hijos calificaran a sus respectivos padres únicamente por la cuantía de sus ingresos económicos.
Ante el primer suspenso lo que los padres han de hacer ante todo es no
dramatizar, no apelar a “los sacrificios que hace tu padre para que tú estudies”,no descalificar de forma absoluta al hijo y culpabilizarlo en extremo. Cuando se procede así, los padres se equivocan: han tomado la parte(el rendimiento escolar o académico) por el todo (la entera persona de su hijo);han contribuido a que el hijo disminuya su autoestima y empobrezca su nivel de aspiraciones; y es probable que estén condicionando en el hijo la aparición de un concepto negativo de sí mismo(autoconcepto).
¿Cómo sacar provecho del primer suspenso?
Una vez que el suspenso es un hecho irremediable, hay que tratar de sacar de él el mejor partido posible. El primer suspenso constituye ,qué duda cabe, una de las primeras y más importantes situaciones en que el hijo se encuentra ante una frustración personal.
Importa mucho para el hijo que los padres le enseñen a afrontar esa experiencia frustrante. Para ello es muy conveniente que se individualicen y aíslen hasta llegar a identificar las causas por cuáles se produjo el suspenso
El hijo vale por sí mismo por sus numerosos rasgos positivos (generosidad,
atención a sus hermanos, espíritu de sacrificio, amistad, etc.), y a lo mucho
que sus padres le quieren, con independencia del resultado escolar obtenido
Gracias precisamente a esos variados y numerosos rasgos positivos de que dispone es como el niño puede superarse a sí mismo, al tratar de superar en la siguiente evaluación o convocatoria el actual suspenso
Los padres pueden servirse también del primer suspenso para crecer en
tanto que padres. Es posible que si hubieran estado más atentos a las tareas de aprendizaje de ese hijo, tal suspenso no se hubiera producido.
Como padres tienen el deber de saber qué es lo que aprenden sus hijos y
qué dificultades encuentran en esos aprendizajes. Los padres, han de acompañar a sus hijos en los aprendizajes que realizan; los padres han de compartir con ellos sus obstáculos y dificultades y ayudarles a resolverlas en la medida de sus posibilidades; los padres han de dar también ejemplo a sus hijos, fomentando en el hogar un clima favorable para el estudio
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