Las emociones son alteraciones de nuestro cuerpo y son provocadas por los acontecimientos de nuestro día a día, por los recuerdos o por pensamientos que tenemos en un momento dado. La emoción vendrá acompañada de un estado de ánimo que provocará en nosotros un sentimiento. Las emociones ocurren de pronto, si por ejemplo nos dan una buena noticia aparecerá la alegría. Los sentimientos duran más tiempo, si la alegría nos dura en el tiempo nos sentiremos felices.
No podemos olvidarnos que el ambiente cultural y social del que venimos nos invita a no mostrar ciertas emociones. Los niños inteligentes emocionalmente van a sentirse mejor con ellos mismos y esto les ayudará en muchos ámbitos de su vida. Estos niños desarrollan un mejor autocontrol y regulan bien sus emociones. Esto les ayuda en las relaciones, en la resolución de conflictos, en los resultados académicos, etc.
Los padres, como figuras más importantes en la vida de sus hijos pueden ayudar a estos a desarrollar habilidades emocionales así como las personas más cercanas al niño: profesores, abuelos etc. Pero para poder ayudar a los niños los padres tienen que poder entender primero sus emociones y reflexionar acerca de cómo actúan con las suyas propias para luego poder entender las de sus hijos.
¿Cuántas veces escuchamos “no llores”, “no te enfades”, “no te asustes” y un largo etc.? ¿Porque nos es difícil aceptar que las emociones están ahí y necesitan su espacio para ser expresadas? ¿Qué nos pasa a los adultos cuando vemos al niño muy asustado, muy enfadado…..?
No podemos olvidar que el ambiente cultural y social del que venimos nos invita a no mostrar ciertas emociones: miedo, enfado…. Se nos trasmite que sentir ciertas cosas esta mal: celos, rabia… Tenemos poca práctica en esta tarea por lo que requerirá un esfuerzo por parte de los padres no solo con sus hijos sino también con ellos mismos.
El peligro de reprimir las emociones
Es difícil como padres pararnos a la altura y ritmo del niño. Tendemos sin darnos cuenta a no dejar que los niños expresen ciertas emociones, pensando que si lo hacen son unos desobedientes, contestones, llorones, miedosos….. A veces tenemos una expectativa de cómo debe ser el niño y cuando nuestro hijo se separa de ese ideal nos sentimos frustrados.
Para algunos padres es difícil manejarse con ciertas emociones, la rabia y la hostilidad suelen ser las que mas cuestan, también el miedo.
Si el niño no puede expresar ni obtiene ayuda para entender que le pasa tendrá ansiedad. Por eso será bueno que los padres se pregunten como se sienten ellos ante la expresión de las emociones de sus hijos, ya que muchas veces tenderán a reprimir ciertas expresiones cuando estas les generen malestar. Si a los padres les cuesta tolerar el malestar de sus hijos a estos les será más difícil regular las emociones. La idea sería mostrar al niño una buena manera de expresar lo que siente, no reprimir la emoción.
Reprimir las emociones genera malestar y afecta a la autoestima, ya que el niño se sentirá mal e inadecuado por sentir lo que siente. Si el niño no puede expresar ni obtiene ayuda para entender que le pasa tendrá ansiedad en muchas ocasiones, con problemas incluso para su salud (Somatizaciones).
¿Cómo pueden ayudar los padres?
Los padres pueden ayudar a sus hijos a expresar sus emociones de una manera sana, será algo que el niño aprenderá poco a poco por lo que necesitará mucha práctica. Es importante que los padres sean pacientes y sepan dar el espacio y tiempo necesario a cada hijo.
Podemos hablar a nuestros hijos de cómo nos sentimos, de esta manera seremos sus modelos y le estaremos enseñando a poner palabras a lo que sienten. (Ej: “Hoy vengo enfadado y cansado del trabajo, se me estropeó el ordenador y he tenido que repetir varias tareas importantes”). También les estaremos trasmitiendo que mostrar cómo se siente uno no es malo, solo hay que saber expresarlo de la manera adecuada. (Ej: Expreso con palabras y el gesto como me siento, no tiro cosas ni grito”).
Enseñar a los niños el lenguaje con el que expresar lo que sienten, todo este vocabulario lo irán aprendiendo poco a poco con ayuda de los padres o adultos cercanos significativos, por eso es importante que los padres cuiden como trasmiten ellos sus emociones.
Aceptar y respetar las emociones del niño, escucharle y ayudarle a expresar que siente. (Ej: “Comprendo que estés asustado, hablemos sobre ello, cuéntame que es lo que te da miedo”.)
Ayudar al niño a relacionar expresiones corporales y gestos con las emociones, esto les ayudará en el desarrollo de la empatía y poder ponerse en el lugar de los demás. (Ej: “¿Has visto la cara del protagonista del cuento? ¿Qué crees que le pasa?”, “Mira la cara de tu amigo, parece triste, ¿le preguntas que le pasa?”).
Dar herramientas y alternativas, aquí caben muchas posibilidades. Dar recursos al niño es trasmitirle que puede hacer algo con aquello que le pasa, que eso que haga puede suavizar en gran medida aquello que siente. (Ej: “Sé que estás asustado, es la primera vez que vas a hacer esto, a mí también me pasaba cuando era pequeño. Te contaré algunas cosas que me ayudaron a mi cuando tenía tu edad”).
Ayudar al niño a encontrar sus propios recursos, haciéndole preguntas para que pueda reflexionar sobre cómo actuar en determinadas situaciones (Ej:“Si te ha enfadado lo que te ha dicho tu amiga, ¿qué crees que la puedes decir la próxima vez? ¿Te sentirías mejor así?”).
Las emociones nos acompañan en nuestro día a día e influyen en nuestras decisiones y nuestra manera de actuar por lo que dedicarle tiempo a entenderlas y a buscar la mejor forma de expresarlas será una tarea con enormes beneficios para los hijos.
Además para el niño tener un espacio con sus padres donde compartir y expresar aquello que le pasa refuerza también el vínculo entre ambos.
Además para el niño tener un espacio con sus padres donde compartir y expresar aquello que le pasa refuerza también el vínculo entre ambos.
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